La primera novela del autor americano es una continua fuente de sorpresas, sobre todo si te gusta el mundo de los videojuegos y el cine.
El mundo del videojuego es una de las industrias que mayores cambios ha tenido en las últimas décadas, no sólo como opción de entretenimiento personal, sino también por la forma que tienen las personas de relacionarse, como por ejemplo mediante los famosos MMORPG –siglas en inglés para juegos de rol online multijugador masivos– cuyo primer puesto abandera el archiconocido
World of Warcraft. Con esa premisa, y algunas otras, se construye
Ready Player One, la novela con la que debuta el norteamericano
Ernest Cline. La base sobre la que se sustenta su obra –de la que por cierto se espera una adaptación cinematográfica con él como guionista–, es la evolución del videojuego a nivel de red social, pero también
un acercamiento a toda una moda retro cuyo origen se remonta a los años ochenta en el campo del cine y del videojuego.
Para los viejos lectores de más de treinta años que deseen echar la vista atrás hacia una época que marcó a toda una generación en el campo lúdico, con juegos de rol, de ordenador o de consola, pero también en el campo cinematográfico, con películas como
La guerra de las galaxias (1977),
Los cazafantasmas (1986),
Juegos de guerra (1983),
Regreso al futuro (1985) o
Lady Halcón (1985), la novela de Ernest Cline se presenta como una excelente opción en la que invertir el tiempo. Estamos ante una novela de ciencia-ficción, en el que caben términos como distopía cyberpunk o ucronía futurista, pero también de aventuras, acción y fantasía. Su protagonista, un muchacho de instituto llamado Wade Watts, vive en una zona marginal de un mundo que perfectamente podría ser un reflejo del nuestro una cantidad indeterminada de años en el futuro, donde cuestiones como el hambre, la enfermedad o la tasa de desempleo mundial –que se halla por las nubes– acosan a la humanidad.
“El acercamiento a toda una moda retro cuyo origen se remonta a los años ochenta.”
La distopía que presenta Ready Player One se ve aún más acentuada por la necesidad imperiosa del ser humano de relacionarse de forma individual –esto es, desde su propio espacio personal– mediante un universo virtual llamado OASIS (al estilo de
Second Life), al cual se accede gracias a una consola que el gobierno te proporciona el gratuitamente. Wade Watts, el protagonista, vive sus aventuras gracias a un alter ego llamado Parzival, por mundos de fantasía o de ciencia ficción que son recreaciones exactas de otros entornos de ficción que podemos apreciar en conocidas novelas o películas de tiempos atrás, mientras que otros son un reflejo de lugares reales o imaginarios en la mente del creador de OASIS, el excéntrico multimillonario James Halliday –la analogía que establece el autor con Steve Jobs, fundador de Apple, es muy evidente–.
Este Halliday, creador de videojuegos y de la
plataforma virtual que permite al mundo entero tener una vida alternativa a la miseria del planeta, ha dejado un testamento a su muerte cuyo contenido irá destinado al primero que encuentre el Huevo de Pascua que se encuentra en cualquier rincón de OASIS. Para ello, los
gunters (así se llaman los "cazadores del huevo") contarán con una serie de pistas que les permitirán acercarse al objetivo en una auténtica carrera contrarreloj para intentar hacerse con la fortuna del magnate. Nuestro protagonista, Parzival, cual caballero de la leyenda artúrica, cuenta con su astucia y sus conocimientos de los lejanos años ochenta y así probar fortuna con cada una de las pistas que permiten averiguar el paradero del Huevo. Hasta que la línea, aunque virtual, que separa el mundo de OASIS del mundo real se desdibuja de una manera brutal.
Para los amantes de los videojuegos, Ready Player One constituye una lectura altamente satisfactoria. Lo mismo sucede para los aficionados a la literatura fantástica (sea fantasía o ciencia-ficción), quienes encontrarán
una novela fresca, ágil y plagada de referencias a iconos clásicos de las pasadas décadas, tales como el gigante de los juegos de rol
Dungeons & Dragons, o las sagas cinematográficas
Star Trek y
Star Wars, pasando por innumerables alusiones a películas de los años ochenta y videojuegos programados antes de la revolución digital. Sin embargo, tal amalgama de referencias puede que sean demasiado para cierto tipo de lectores, en especial para aquellos que no estén familiarizados en la materia, quienes en cierto modo podrían llegar a aburrirse en la lectura de la novela. Sin embargo, dada su continua fuente de sorpresas y su condición de novela de aventuras –en la que no faltan criaturas peligrosas ni objetos mágicos, tampoco las naves espaciales ni la tecnología informática–, se convierte en una lectura muy ágil y recomendable. Es posible que
Ready Player One se convierta una de las lecturas más entretenidas que los lectores hayan catado últimamente, especialmente por el factor nostalgia de una época-estilo de vida que ya definió
Tron en el mundo del cine y que Ernest Cline –todo un friki de los ochenta– ha sabido plasmar y expandir sobremanera en su novela.