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Mi espada, mi conjuro.
La puerta. Magia.
La mazmorra. Un troll.
Nos gusta la fantasía

"Sabe, oh príncipe, que entre los años en que los océanos anegaron Atlantis y las resplandecientes ciudades [...] hubo una edad no sonada en la que brillantes reinos ocuparon la tierra como el manto azul entre las estrellas."

LA

en la tinta

Mi espada, mi conjuro. La puerta, magia, Igni. La mazmorra,
un troll. El mundo. Nos gusta la fantasía.


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Publihechizo

15 de noviembre de 2018

Orbit publicará en inglés la trilogía de las guerras husitas de Andrzej Sapkowski


En vista del éxito cosechado por las novelas de Geralt de Rivia en inglés era de esperar que tarde o temprano terminaría apareciendo en la lengua del Bardo la trilogía histórica de Andrzej Sapkowski, es decir, la de las guerras husitas que tuvieron lugar en el antiguo reino de Bohemia en el primer cuarto del siglo XV y que protagoniza Reinmar of Bielau, aka Reynevan.

Como no, la editorial encargada de publicar Narrenturm —“Tower of Fools”, en inglés— y las dos continuaciones de la trilogía —Los guerreros de Dios (“Boży bojownicy”) y Lux perpetua, publicadas en castellano por Alamut— será Orbit Books, quien ya ha publicado los siete libros que componen la serie del brujo. La trilogía husita se lanzará simultáneamente en Estados Unidos —de la mano de Gollancz— y Reino Unido. El lanzamiento de la primera novela no será hasta 2020.

Hay algo a tener en consideración respecto a Narrenturm y las dos novelas que siguen, y es que es mucho más novela histórica que fantasía. Hasta puede que el lenguaje medieval y anticuado que con tanta maestría emplea Sapkowski en la narración (y que tan magníficamente tradujo José M. Faraldo al español y Fernando Otero Macías más tarde) puede echar para atrás a los lectores de Geralt de Rivia que busquen más de lo mismo en la trilogía husita, es decir, otra obra de fantasía similar. Es verdad, los personajes, la descripción del entorno y los detalles narrativos son marca de la casa Sapkowski, pero al tratarse de una secuencia histórica el resultado es distinto.

Ahora que Netflix está enfrascada en la serie de televisión de The Witcher (con Henry Cavill en el papel de Geralt), Orbit espera llamar la atención de esa base de lectores de las aventuras del Lobo Blanco con las aventuras de Reynevan —y también la de los espectadores de la serie de televisión siguiendo el ejemplo de Juego de tronos de HBO—, pero puede que se lleven una sorpresa (para bien o para mal ya depende de cada uno).

La traducción de Narrenturm (conocida como Tower of Fools) correrá a cargo de David French, quien tiene por delante la titánica tarea de adaptar al inglés la poco ágil prosa (según se mire) de la trilogía, aunque para ello va a contar con la ayuda del propio Sapkowski, quien considera su obra un tour de force y su mejor trabajo hasta la fecha.

Como punto negativo, quiero recalcar que la noticia original de Orbit vende la trilogía husita como una “nueva” trilogía de fantasía del autor superventas de las novelas del brujo, pero nada más lejos de la realidad, ya que ni es de fantasía propiamente dicha ni es mucho menos nueva —al menos sí la última—, ya que Narrenturm se publicó en Polonia allá 2002 —el mismo año en que Gigamesh publicara Juego de tronos—, mientras que Lux perpetua no salió hasta cuatro años más tarde.

noviembre 15, 2018y

11 de febrero de 2016

Santiago Posteguillo pone punto y final a la trilogía de Trajano


Trajano se dispone a cruzar el Éufrates en la mayor campaña militar de Roma.


Sólo hemos tenido que esperar poco más de dos años para leer el final de la ambiciosa trilogía histórica del valenciano Santiago Posteguillo sobre el emperador Trajano, y eso en un libro de más de mil páginas es bien poco. Tras Los asesinos del emperador y Circo Máximo, Planeta publicará La legión perdida: El sueño de Trajano el próximo 23 de febrero, satisfaciendo de esa forma las ansias de todos los seguidores del autor por conocer el destino de Trajano una vez cruce el Éufrates en la mayor campaña militar de Roma. La legión perdida: El sueño de Trajano tiene 1152 páginas y se publica simultáneamente en tapa dura con sobrecubierta y en digital. La versión en papel cuesta 22,90 doblones, mientras que la electrónica tiene un precio de 12,99 doblones. La ilustración de cubierta es de Alejandro Colucci.

"Es la novela más completa y de la que más orgulloso estoy hasta la fecha. Va a resultar una novela tremendamente espectacular pues no solo veremos Roma, sino también Partia, la India y hasta China. Va a sorprender", comenta Santiago Posteguillo.


La sinopsis de La legión perdida dice así:

En el año 53 a. C. el cónsul Craso cruzó el Éufrates para conquistar Oriente, pero su ejército fue destrozado en Carrhae. Una legión entera cayó prisionera de los partos. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó con aquella legión perdida.

150 años después, Trajano está a punto de volver a cruzar el Éufrates. Los partos esperan al otro lado. Las tropas del César dudan. Temen terminar como la legión perdida. Pero Trajano no tiene miedo y emprende la mayor campaña militar de Roma hacia la victoria o hacia el desastre. Intrigas, batallas, dos mujeres adolescentes, idiomas extraños, Roma, Partia, India, China, dos Césares y una emperatriz se entrecruzan en el mayor relato épico del mundo antiguo, La legión perdida, la novela con la que Santiago Posteguillo cierra su aclamada trilogía sobre Trajano. Hay emperadores que terminan un reinado, pero otros cabalgan directos a la leyenda.

Santiago Posteguillo, profesor de literatura en la Universidad Jaume I en Castellón, es autor de otra trilogía histórica, esta vez sobre Escipión el Africano, y que se compone de los volúmenes Africanus: El hijo del cónsul, Las legiones malditas y La traición de Roma, además de ensayos como La noche en que Frankenstein leyó El Quijote y La sangre de los libros.

El autor ha recibido diversos premios literarios como el Premio a las Letras de la Generalitat Valenciana y el Premio Barcino de Novela Histórica de Barcelona.

febrero 11, 2016y

11 de noviembre de 2015

'Crónicas del señor de la guerra' de Bernard Cornwell llegará a la televisión


Siempre he querido empezar una noticia con una ilustración de N. C. Wyeth, uno de los mayores artistas e ilustradores de los últimos tiempos que hizo bastantes trabajos gráficos sobre la figura del rey Arturo, y aunque el motivo de esta noticia no es tan romántico como lo que enseña Wyeth, viene que ni pintado porque también tiene que ver con la mitología artúrica. Hace poco se ha podido saber que Bad Wolf Productions, la misma que hará una serie de la trilogía de fantasía de Philip Pullman "La materia oscura", planea convertir la trilogía de novelas de Bernard Cornwell "Crónicas del señor de la guerra" en una serie, aprovechando sin duda el que la BBC haya llevado recientemente a la televisión la otra gran saga histórica de Cornwell, "Sajones, vikingos y normandos", y con bastantes buenos resultados. De esta forma se verá convertido en realidad el sueño de muchos que aprecian, y tienen entre sus obras favoritas, la mencionada trilogía literaria.

Bad Wolf es la compañía de producción dirigida por Jane Tranter y Julie Gardner (ex-ejecutivas de BBC), la cual ya tiene los derechos de la trilogía en su poder, y debido a que Bad Wolf se ha aliado con la HBO para aumentar la audiencia y llegar a más público en Reino Unido, todos los datos apuntan a que es muy posible que "Crónicas del señor de la guerra" se haga bajo la tutela de HBO, la misma que tiene la fórmula secreta que ha convertido Juego de tronos en un exitazo.

Según cuenta Variety en exclusiva, y en palabras de Gardner sobre Cornwell:

"Es un gran narrador de historias como bien sabemos por Sharpe y Sajones, vikingos y normandos [The Last Kingdom]. Tiene una forma muy innovadora de introducirnos en el mito artúrico, el cual es coger a un hombre corriente que por trabajo y casualidades de la vida se convierte en observador e íntimo del rey Arturo, Lancelot y todos los personajes que conocemos."

"Crónicas del señor de la Guerra", compuesta por las novelas El rey del invierno, El enemigo de Dios y Excalibur, revisita la leyenda artúrica de una forma bastante particular, desde el punto de vista del protagonista, Derfel Cadarn, el cual narra mediante el recurso del flashback los hechos principales (y otros no tanto) de la vida de Arturo.

La trilogía ha sido ampliamente reconocida por público y crítica y figura entre los mejores trabajos del escritor británico, hasta él mismo admite que es su trilogía favorita. En España se puede encontrar recién reeditada por Edhasa en una nueva edición con nuevas cubiertas.

En cualquier caso, una obra como "Crónicas del señor de la guerra" es perfecta para llevarla a la televisión, ya que supondrá un soplo de aire fresco y, qué demonios, ya tardaban en hacer una serie con ella. Si "Canción de hielo y fuego" y "Vikingos, sajones y normandos" ha llegado a las pantallas, ¿cómo no iba a hacerlo la narración de Derfel?

noviembre 11, 2015y

27 de agosto de 2015

La novelas históricas de Conn Iggulden sobre Julio César se trasladan al cine

La figura de Julio César es una de las más populares de la cultura popular, y su reinado en la república romana duró poco en comparación con otras eminencias de la época gracias, gracias sobre todo (¿spoiler?) a la orquestación de su asesinato cuando solo contaba con cincuenta y seis años.

Sea como fuere, y aunque la historia de tamaña figura histórica ha sido llevada al cine en varias ocasiones, Lionsgate y White Horse Pictures se han aliado para Emperor, la última película hasta la fecha sobre la biografía de Julio César.


Emperor estará basada en la serie de novelas escrita por el escritor británico Conn Iggulden conocida como "Emperor", la cual relata la juventud de Julio César y su asesino, Bruto. "Emperor" se compone por cinco novelas: The Gates of Rome (2003), The Death of Kings (2004), The Field of Swords (2005), The Gods of War (2006), The Blood of Gods (2013).

El guión está escrito a ocho manos por William Broyles Jr. y Stephen Harrigan, Burr Steers e Ian Mackenzie, y según informa Variety a través de Deadline, la película será una combinación entre 300 y Juego de tronos. Produce la cinta Nigel Sinclair (White Horse Pictures), Gianni Nunnari (Hollywood Gang Productions), Mark Canton y Matt Jackson (Atmosphere Entertainment), mientras que Mark Canton y Matt Jackson serán productores ejecutivos.

Nunnari y Canton dicen que "combinará el movimiento de 300 y la intriga de Juego de tronos. Esta es la parte de la historia del gran Julio César que nadie conoce, su ascenso junto a Bruto como jóvenes promesas de Roma, una revisión fresca y contemporánea de sus rivalidades, pasiones y celos, retratados en una película con acción impresionante, espectaculares efectos visuales y un alcance épico."

El proyecto lleva en marcha desde 2010 y en principio Emperor a adaptar las dos primeras novelas de la serie. En cualquier caso, hay suficiente material escrito como para hacer una o incluso una trilogía.

agosto 27, 2015y

19 de junio de 2015

Reseña: 'Los hijos del caballo' de Ana B. Nieto, regreso a la Irlanda celta


Hay muchos libros con los que podemos vivir todo tipo de aventuras a lo largo de nuestra vida. Unos se dedican a distraernos, otros a enseñarnos, pero también están aquellos que, por la forma en la que están escritos, parecen ser parte de algo muy nuestro, casi como si los acontecimientos que se narran en él nos hubiesen sucedido a nosotros. Es posible que este tipo de sensaciones responda directamente al hecho de que la novela no esté narrada de forma petulante y jactanciosa. La naturalidad, llevada al papel en este caso, es el porqué.

El amor por los sueños truncados es algo que está presente en ambas novelas
Como ya dije en la reseña de La huella blanca —novela que pese a considerarse autoconclusiva es la primera parte de la "Trilogía niño robado"—, la escritora Ana B. Nieto ha conseguido algo que únicamente Juliet Marilier había conseguido: apasionarme. Es raro que decida leer una historia principalmente dramática, donde el amor tenga un papel tan trascendente. No me gusta ese género, ni en libros ni en películas, pero puedo decir que en este caso ha sido algo muy distinto. No quiero confundiros, tanto La huella blanca como Los hijos del caballo son románticas. El primero nos muestra las consecuencias del amor adolescente, explosivo, hacia un pueblo desaparecido, hacia un padre que nunca supo muy bien cómo cumplir esa función que le vino dada como progenitor y ese que desborda a un joven locamente enamorado de la chica junto a la que ha crecido. El segundo también tiene su propia historia de ese amor tan poderoso que tienen los padres por sus hijos, el que emana de esos mismos hijos a la hora de querer vivir sus propias vidas y así cumplir con sus soñados destinos, y el que conservan aquellos que vivieron hace muchos años y que sufrieron siguiendo la estela de la Huella Blanca y Ciarán pero que quizás se tengan que plantear las cosas desde una nueva perspectiva. En general, el amor por los sueños truncados es algo que está presente en ambas novelas.

De todas maneras, y para aquellos que empiecen a poner "caras tontas" con todas estas "cursiladas", diré que la "Trilogía niño robado" también va de guerras y traiciones, de piratas y saqueos, de esclavitud y libertad, de creencias antiguas y nuevas. Ante todo, Ana B. Nieto nos ha querido acercar partes de una historia prácticamente convertida en leyenda, como son las narradas en las sagas irlandesas. La autora ha viajado hasta la lejana Éire para sumergirse en interminables tomos de historia, cogiendo un poco de aquí y otro poco de allá para lograr contarnos cosas asombrosas.


Si os estáis preguntando por qué no os digo de qué va Los hijos del caballo es porque quizás no habéis entendido que ya os lo he contado. Es un libro para degustar, no para engullir, con una escritura sencilla pero rica, y os puedo asegurar que no os arrepentiréis de llevarlo con vosotros a vuestro hogar. Es perfecto para leer en cualquier sitio, aunque personalmente creo que un parque rodeado de verde, en un día que augura lluvia, puede ser el ideal.

Ahora a lo que espero con ansia es a la publicación de la tercera y última novela de la trilogía, donde según me dijo la autora por redes sociales, uno de los personajes más desagradables de esta historia, Corótico, tendrá por lo visto un papel fundamental en el devenir de la narración. ¿Qué pasará con Niam? ¿Nos contará la autora qué será de Aife? ¿Y qué le sucederá a Diarmait tras la última batalla? Jugosos interrogantes que han conseguido poner Los hijos del caballo en uno de los puestos preeminentes de mi biblioteca, como ya sucedió con La huella blanca. Reconozco que tras leer algunos libros que hablan sobre la historia antigua irlandesa tenía ganas de ir a visitar más a fondo el país —cuando estuve vi muy poquito y estuve aún menos—, pero tras terminar esta segunda novela debo confesar que anhelo volver, y abiertamente digo que me encantaría hacer la ruta que hizo Ciarán a caballo. Sería impresionante.
LOS HIJOS DEL CABALLO
Fecha de lanzamiento — Enero 14, 2015
Editor — Ediciones B

Edición — Tapa dura con sobrecubierta, 408 págs
Precio — 20 €
Serie — Niño robado 2



Ana B. Nieto vuelve a trasladarnos a la Irlanda del siglo V con una saga familiar que nos hará revivir el encuentro entre el mundo celta y el cristianismo. Una historia de piratas, druidas, reyes y poetas, llena de aventura y pasión. Continúa la saga sobre los últimos celtas y la cristianización de Irlanda. Ahora, los tres hijos de Ciarán, en sus destinos enfrentados, deberán elegir entre su familia y sus dioses. La sombra de la guerra amenaza la Llanura del Cisne. Coirpre de los Juncos, el violento e insaciable Señor del Oeste, quiere completar su conquista, que ya inició hace años con la masacre de la tribu Barr. Ciarán, único superviviente de aquel exterminio, ha conseguido encontrar un pedazo de tierra que habitar en paz junto a sus tres hijos. Sin embargo, el pasado no está dispuesto a desaparecer. Su antiguo enemigo, Diarmait, ahora rey, no perderá la ocasión de vengarse haciendo prisionero al hijo mayor de Ciarán. Precipitará así los destinos de las dos familias, que se unirán definitivamente para salvar la Llanura y lo que queda de su mundo. Un mundo que está en peligro no solo por la batalla que se avecina, sino también por la expedición que lidera Patricio, huido de la esclavitud y renacido como misionero, que regresa a Irlanda dispuesto a cambiar la historia de esta para siempre.

junio 19, 2015y

30 de marzo de 2015

Yo crecí en los ochenta: 'El Ministerio del Tiempo', episodio 5


En el cuarto episodio de El Ministerio del Tiempo viajábamos hasta finales del siglo XV para ver como los protagonistas eludían un Día de la Marmota medieval para salvar al judío autor del Libro de las Puertas, y de paso conocían a Isabel I de Castilla y al inquisidor Tomás de Torquemada.

La serie en su quinto episodio vuelve a recurrir a épocas más cercanas que no el Siglo de Oro español o la Edad Media para llevarnos hasta la década de los ochenta —principalmente, porque también visitamos brevemente los cuarenta—. El objetivo de la misión de los tres protagonistas no es otro que el de recuperar el recibo que acredita la posesión de España del más famoso cuadro de Pablo Picasso: el Guernica.

Los ochenta supusieron una época de cambio de España: son los años del rock urbano y de la revolución musical, de la televisión como medio de masas a punto de despegar y también supone una etapa muy emotiva para Julián, pues son los mejores años de su vida en el barrio madrileño donde se crió. El tour que hace por su barrio es de los mejores momentos que nos llega a brindar el episodio, y esa es la manera que tienen los creadores de la serie de hacernos partícipes como espectadores en la intención del episodio y dejarnos uno de esos obligatorios interrogantes tan habituales de El Ministerio del Tiempo: ¿viajaríais si pudierais hasta los mejores años de vuestra vida? ¿Haríais un recorrido por aquellos lugares que os marcaron de pequeño, tanto buenos como malos? Es como ver una película de tu vida, pero sin estar muerto.


Cualquier tiempo pasado —no es este el caso, pero no necesariamente tiene que ser mejor, como la canción de Sabina— es como han titulado a este episodio marcado por un profundo sentimiento de nostalgia y de que se haga lo que se haga, el pasado es inamovible.

Es curioso, pero con cada episodio emitido alguno de los protagonistas interfiere en mayor cantidad en el pasado, como es el caso de Julián. Como si de Marty McFly en Regreso al futuro se tratase —de hecho, la secuencia en el bar donde toca Leño es muy parecida—, Julián trata de impedir que sus padres se separen, haciendo de mediador pero sin que su padre sepa que es su propio hijo el que está echando por tierra sus planes de dejar a su madre para irse con otra mujer.

Pese a que el director del Ministerio se empeñe en decir que el pasado no se debe cambiar —salvo para que la historia sea tal y como la conocemos—, aquí tenemos el primer y supuesto caso en el que el tiempo presente difiere del pasado, salvo por un inconveniente bastante importante: ¿las acciones de Julián han hecho que su presente sea como es gracias a su viaje, o de verdad sus acciones en los ochenta han modificado lo que ya existe en el presente? Es un interrogante que nunca sabremos, pero que nos hace plantearnos muchas cosas sobre el tema de los viajes en el tiempo y la posibilidad de usarse para cambiar cuestiones personales que nada tienen que ver con la historia. Por otro lado, las acciones del Ministerio plantean el mismo problema: no sabremos si el recibo del Guernica es el que han creado los del Ministerio y la historia ha cambiado en ese aspecto, aunque el resultado sea el mismo.

Cualquier tiempo pasado demuestra que El Ministerio del Tiempo sigue con la misma calidad que en sus inicios. El guionista usa a Alonso de Entrerríos como vehículo para enseñarnos el despertar de los años ochenta televisivo, aunque no nos hubiéramos quejado que dado el aspecto con el que visten al personaje esta vez —como un heavy ochentero— tuviera más protagonismo en determinadas escenas y acompañara a Julián y Amelia de paseo por Madrid —el contraste hubiera sido otro—. Por lo demás, la manera de mostrar las misiones a cumplir esta vez ha sido muy dinámica y divertida —bendito sea quien inventó las elipsis—, e involucrar más directamente a Velázquez en la misión también es un acierto, salvo que en el futuro abusen del alivio cómico que brinda este personaje cada vez que entra en escena —que demonios, en realidad cualquier personaje que esté en el Ministerio es un agente que sus propias habilidades y talentos—.


Sin embargo, pese a sus virtudes, la pega que le encuentro al episodio es que en realidad la misión en los años ochenta y la espera en el piso franco ha sido una mera excusa para mostrarnos una época y profundizar más en el personaje de Rodolfo Sancho, lo que no es malo en absoluto, sino una cuestión de gustos —luego la acción toma forma con la secuencia del aeropuerto, como si de una película de espías se tratase—. Como bien dicen los creadores de la serie, es la primera vez que los protagonistas viajan hasta una época y tienen que esperar sin hacer nada —de ahí que puedan enseñarnos la televisión y otras cuestiones de la época—. Quizá la compenetración entre argumento, personajes y viaje temporal sea aquí ligeramente menor que en anteriores episodios, pero el resultado es igual de satisfactorio y nos regala un episodio muy bien escrito y dirigido, y con unos asombrosos efectos digitales que ya querrían para sí otras series.

Este episodio se emitió el 23 de marzo de 2015 en TVE1.

marzo 30, 2015y

23 de marzo de 2015

El Día de la Marmota pero en medieval: 'El Ministerio del Tiempo', episodio 4


"El Día de la Marmota pero en medieval", es como resume Julián la misión que él, Amelia y Alonso tienen que cumplir en el cuarto episodio de El Ministerio del Tiempo. Y no puede describirse de manera más acertada, ni usarse un recurso tan efectivo como ese —expresar mediante un personaje la intención del autor— para detallar el ambiente que se respira en casi la mitad de temporada de lo que actualmente ha revolucionado el panorama de las series de ficción españolas.

Una negociación a tiempo nos traslada hasta la época de Isabel la Católica algunos años antes de que Colón enfilara sus barcos hacia tierras desconocidas y nos presenta una trama donde el judío que ha creado el Libro de las Puertas —y por tanto la base que sirvió para crear el Ministerio— muere a manos de la Inquisición española. Pero no una, sino que el pobre no deja de morir una y otra vez debido a que los protagonistas no son capaces de evitar su destino a manos del mayor inquisidor de la historia —mencionar a Tomás de Torquemada son palabras mayores—, creando una situación de bucle perpetuo del que parece imposible salir o cambiar, como la del perro que siempre se mea en la bota de Entrerríos.


En mi opinión, Una negociación a tiempo se diferencia de los anteriores episodios por tres cosas a destacar: es aquí donde vemos el esperado crossover entre Isabel y El Ministerio del Tiempo que con tanto ahínco se nos anunció antes del estreno del primer episodio; este cruce entre series no solo establece un punto de anclaje interesante para los seguidores de ambas, sino que le da una perspectiva diferente al personaje principal de Isabel interpretado por Michelle Jenner, la fantástica —y ya que estamos, otra perspectiva diferente al personaje de Rodolfo Sancho, ya que fue él quien interpretó a Fernando el Católico en Isabel—. Por último, es sobresaliente la manera en que los responsables de la serie establecen paralelismos con la película Atrapado en el tiempo de Harold Ramis, ya que no solo los interludios entre cada repetición temporal se presentan mediante una serie de elipsis narrativas, sino que mientras Atrapado en el tiempo se contaba desde la perspectiva del humor —aunque poco después subiera un punto el grado de dramatismo—, por suerte no se ha hecho comedia con la muerte del podre judío que arde una y otra vez en la hoguera —menos mal que para él solo hay una única vez—. Por otra parte, he de destacar la caracterización de Juan Gea como Torquemada y el parecido que hay entre el actor y algunas representaciones de la figura histórica en pinturas y grabados: si Víctor Clavijo estuvo clavado como Lope de Vega, aquí es Juan Gea como Torquemada la estrella del episodio.


En lo que falla este capítulo es en los conceptos más puramente científicos de la ciencia ficción, aunque no debe hablarse de error como tal, sino a la concepción de la propia serie, ya que sus creadores han optado por una versión muy light del género para que sea consumible por todo tipo de público. Es decir, que para nada se nos va a contar como funcionan realmente las puertas temporales del Ministerio ni qué explica realmente el Libro de las Puertas como para poder desarrollar la fórmula necesaria que cree tales portentos. Eso se reserva para otro tipo de propuestas y no para El Ministerio del Tiempo, porque lo que se busca aquí son aventuras ligeras con elementos de ciencia ficción muy concretos que tiren hacia delante, sin mirar atrás y proponiendo al espectador un juego sencillo y entretenido, un pulp con sabor propio que no se recree en las teorías abstractas de lo que realmente propone. Y da la casualidad de que las paradojas temporales, los bucles infinitos y las ucronías están entre los temas más difíciles de tratar de la ciencia ficción, y para mi gusto son de los más interesantes.


No olvidemos que tampoco dejan de sucederse las referencias literarias, como el hecho de comparar a H. G. Wells con el personaje de Amelia Folch y su diario escrito a base de experiencias en el Ministerio como homenaje a la célebre novela de ciencia ficción La máquina del tiempo —otro punto interesante del episodio es la propia trama familiar de Amelia—.

El capítulo sale airoso en todo este tinglado —aunque no me convence el giro final— y consigue una buena nota en lo que ofrece: ni más ni menos que una misma escena repitiéndose una vez tras otra y ver como consiguen resolverla los protagonistas, como una suerte de puzzle atípico en el que alguna de sus piezas falla. ¿Es Torquemada esa pieza, o lo es el propio creador del Libro de las Puertas? Estamos ante una incógnita que nunca sabremos porque la historia es así, llena de misterios, algunos de ellos irresolubles.

Este episodio se emitió el 16 de marzo de 2015 en TVE1.

marzo 23, 2015y

16 de marzo de 2015

Los nazis también quieren viajar: 'El Ministerio del Tiempo', episodio 3


El prometido episodio de los nazis, Franco y la capacidad de viajar en el tiempo tentando a Hitler como una golosina a la puerta de un colegio. El tercer episodio de El Ministerio del Tiempo nos ha dado los elementos que a muchos de los que amamos el género de aventuras nos gusta ver de vez en cuando: las tropas del tercer Reich en una trama con temática fantástica, como la que casi nos regala el Hellboy de Guillermo del Toro y sí nos brindó dos de las entregas del famoso arqueólogo que se apellida Jones —como el perro—.

Julián, Amelia y Alonso de Entrerríos, los tres personajes a los que seguimos la pista desde el primer episodio, viajan hasta la época de la guerra civil española para impedir que las tropas nazis se hagan con el Santo Grial que se oculta en la Abadía de Montserrat —reliquia que resulta ser una puerta que permite viajar hasta la época actual—. Esa franja temporal tan bien conocida por el público español —si bien no todos de primera mano, pero sí por la cantidad de representaciones que ha tenido en películas y series— sirve como época única en este episodio que tiene representado hasta el último detalle para que el espectador sienta que verdaderamente los personajes se encuentran ahí y no en otro lugar: uniformes, cascos, armamento, escenarios —bosque, abadía, montaña, etcétera—, y hasta el tren donde viajan Franco y Hitler.


Porque los dos dictadores más famosos del siglo XX son representados aquí con un estilo y una gracia sobresalientes. Es cierto que la caracterización de Hitler no me ha parecido afinada al cien por cien, pero no sería justo compararla con otras actuaciones como la de Bruno Ganz en El hundimiento ya que para el caso nos basta y nos sobra —y el actor cumple sobradamente su papel—, pero Franco es la estrella del episodio, ya que en ningún momento han recurrido al mal gusto ni a la broma para mostrar el dictador —queramos o no, muy reciente en la historia española—, sino que simplemente lo han plasmado tal cual era: con su voz aflautada, su reconocible físico y lo que su personalidad produce en otras personas —véase Hitler, quien en uno de los momentos comenta que preferiría comerse su propio pene antes que volver a reunirse con él—. Es decir, el episodio es perfectamente creíble gracias a estas dos figuras históricas, además de la ambientación propia de la época y al potente casting de actores que consiguen llevar el tema de los personajes nazis a un nivel bastante alto, sobre todo porque los que interpretan a nazis dominan el alemán, y eso ayuda muchísimo a meterse en la materia.

En cuanto al resto de situaciones del episodio, los protagonistas tienen que vestirse para la ocasión y que sus ropajes no desentonen con el entorno. En determinada altura del episodio tenemos a un Alonso de Entrerríos vestido como un guardia civil y manejando una ametralladora que, cosa de esperar, le gusta bastante —como las motos—. Y si en anteriores episodios Alonso y Julián tuvieron sus momentos, ahora es Amelia Folch quién tiene que descubrir una parte de sus pasado en una época más avanzada que la que dejó atrás, pero su destino como personaje no es más agradable que el de sus compañeros: sabemos que el tiempo no perdona, ni siquiera para uno mismo. Paradojas temporales aparte, los espectadores saben que en la época actual tanto Amelia como Alonso están más que muertos y enterrados.


Queda la intriga por saber de qué lado está ese personaje ambiguo que hasta ahora ha aparecido en momentos claves de la trama, su origen e intenciones. Es sumamente intrigante, y quizá es uno de los personajes, junto al director del Ministerio y otros personajes que trabajan con él, que más interrogantes plantea junto a la posibilidad de que los nazis hubieran tomado el Ministerio y la historia hubiera tomado otros derroteros, quizá hacia la distopía —eso es lo que pretende evitar el Ministerio, que el mundo sea peor de lo ya es en determinados momentos—.

“Cómo se reescribe el tiempo” es una gran adición a El Ministerio del Tiempo que le hace mantener el nivel demostrado anteriormente: en una época totalmente distinta a la de los veteranos de Flandes, de Lope de Vega y de los reyes católicos, lo que sin duda deja algo aturdido al espectador, pero a propósito —la guerra civil española es un avance temporal tremendo respecto a las anteriores ambientaciones que hemos visto—. El humor sigue siendo una constante, y sin él la serie no tendría la misma garra, como lo demuestra la reprimenda del director del Ministerio a Velázquez por su afición a retocar obras suyas viajando en el tiempo, incluso cuando estas ni siquiera le habían hecho famoso.

Y Ambrosio Spínola, menudo momento —de los que se recuerdan en cualquier serie y que resulta ser un buen uso de un deus ex machina, sobre todo cuando te lo puedes permitir de acuerdo a la lógica interna de la serie—; tan sólo le ha faltado exclamar un «Yippee Ki-Yay!», y lo que todos conocemos que viene después.

Este episodio se emitió el 9 de marzo de 2015 en TVE1.

marzo 16, 2015y

9 de marzo de 2015

Persiguiendo a Lope de Vega: 'El Ministerio del Tiempo' episodio 2


Después de un comienzo de serie francamente espectacular que ha puesto El Ministerio del Tiempo como una de las series españolas más prometedoras de los últimos tiempos, estaba por comprobar si el segundo episodio mantendría el mismo interés en el espectador. Pero vaya si lo ha conseguido: no solo ha cumplido con las expectativas al introducir en la trama al célebre Lope de Vega, sino que sostiene el listón dejado por el primer episodio, que ya de por sí era alto.

Lejos de querer entrar en materia de qué datos históricos son fieles o no –que lo son–, si tal cosa fue exactamente así y demás temas derivados de cualquier discusión entre entendidos de historia, lo cierto es que El Ministerio del Tiempo es una serie para los que quieren disfrutar de un entretenimiento de aventuras sin complejos, desconectando el cerebro –¡semiapagado, pero siempre alerta!– para únicamente dejarse llevar por las imágenes y saber lo que pasará en la siguiente entrega de este folletín que bebe del buen pulp. Porque todos buscamos en algún momento de nuestra existencia divertidos e imposibles argumentos que nos hagan desconectar de la vida diaria y sorprendernos con la fantasía o la ciencia ficción, ¿o no es verdad?


En el segundo episodio de El Ministerio del Tiempo las cosas no parecen pintar demasiado bien para Lope de Vega, uno de los autores con más carrera literaria de todo el Siglo de Oro español: morirá en uno de los barcos de la Armada Invencible. Pero ese no es el problema, sino este: si su muerte no ocurre como dicta la historia el transcurso del mundo de las letras españolas no será el mismo sin el mujeriego dramaturgo, razón por la cual podría darse una línea temporal distinta. Es ahí donde entran los agentes del Ministerio: deben encontrar a Lope en la Lisboa de 1588 y evitar que suba al barco que se hundirá frente a las cosas inglesas.


Este segundo capítulo se caracteriza por varios aspectos fundamentales y que de seguro los espectadores han reparado en ellos: una buena compenetración entre personajes –cada uno tiene su momento y pone en práctica sus talentos–, una ambientación sobresaliente –los efectos digitales no «cantan» en absoluto si tenemos en cuenta el presupuesto del que goza la serie– y escenas variadas de romance, diálogos de taberna, alguna que otra pelea y momentos de investigación que consiguen mantener un equilibrio en una trama muy fluida y llena de matices.

El guión ha sido escrito pensando sobre todo en Alonso de Entrerríos –nuestro capitán Alatriste particular–, aunque los otros dos personajes del grupo también tienen ocasión de lucirse –sobre todo Julián, quien parece querer poner en práctica cada truco aprendido en bares y billares de barrio–. El veterano de los tercios de Flandes tiene ahora más motivos que nunca para utilizar una de las puertas del tiempo del Ministerio, ocasionando con ello una interesante paradoja temporal similar a la del primer episodio y llena de sentimientos: por la vida perdida, la nostalgia, el tiempo irrecuperable, etcétera. Temas que han estado presentes en la serie desde el primer minuto y que se suman a la sempiterna pregunta que todos los personajes y nosotros mismos nos hacemos en cualquier historia sobre viajes en el tiempo: ¿se puede cambiar el pasado?


¿Y Lope de Vega? Un poco más y me olvido de hablar de él. El actor escogido para el papel da mucho el pego, incluso tiene una parecido asombroso si echamos mano de cualquier retrato del dramaturgo. Víctor Clavijo siempre ha sido un buen actor y hace un gran trabajo interpretando el papel de Lope de Vega, tanto es así que no sería mala idea recuperarle para algún capítulo posterior de la serie. Lo mismo podemos decir de Miguel Rellán, quien hace de funcionario e intermediario entre los viajeros del tiempo y la época en que transcurre el episodio: su participación es un soplo de aire fresco, y si El Ministerio del Tiempo se va a convertir en un desfile de buenos actores, salimos ganando por todos lados.

Recordad que tenéis una cita con El Ministerio del Tiempo todos los lunes a eso de las 22:35 en TVE1. El episodio de los nazis seguro que aporta el toque de oscuridad y peligro que no han tenido los dos episodios emitidos hasta ahora.

marzo 09, 2015y

30 de enero de 2015

Críticas de cine: 'Exodus: Dioses y reyes', un Ridley Scott sin fuelle


El hecho de entrar por la puerta de un cine para ver una nueva cinta histórico-épica de Ridley Scott es ya sinónimo de que el director te ha dicho algo en el pasado con su forma de contar las cosas. Esperaba de Exodus: Dioses y reyes una cinta histórica más en la carrera cinematográfica del director, que no fuera una maravilla del séptimo arte, pero que tampoco fuera un fracaso comercial ya que se trata de uno de los cineastas que más gente atrae a las salas.

Pero ha pasado algo con Exodus: Dioses y reyes que no me ha terminado de llenar, y no sólo eso, sino que me ha hecho poner la película en el puesto más bajo de mi ranking personal de cintas históricas del director.


Scott siempre hace alarde de una visión totalmente comercial del periodo histórico que trata de representar, de eso no cabe duda, y aunque tiene muchos defectos, obviamente también tiene sus virtudes. En cambio, Exodus: Dioses y reyes me ha parecido una película fría, creada sin pasión cuyo único fin parece ser el de querer enseñar la película al público y pasar a otra cosa más interesante, como si el director estuviera cansado o aburrido de su propia creación. Es muy posible que no estuviera aquí demasiado inspirado por la época ni tuviera excesivas ganas de seguir el proyecto por las razones que sean, pero una vez contemplado el enorme despliegue visual, sonoro y de vestuario, la película se queda en prácticamente nada.

El tema bíblico está muy bien insertado, eso sí, y salta cuando menos te lo esperas. Es una de las poquísimas cosas que me han sorprendido por la sencilla razón de que no esperaba que tomara ese rumbo (mi materia gris estaba ese día de vacaciones), pero lamentablemente la parte que en teoría debe ser la más crucial de la cinta te deja indiferente ya que no aporta nada nuevo al tema en cuestión salvo que las secuencias de los desastres están muy bien hechas, técnicamente hablando.

Exodus: Dioses y reyes tiene el gran problema de que apenas nos importa nada lo que le suceda al reino egipcio ni a los personajes, y eso es una falta muy grave porque significa que la cinta no funciona como debería (¿acaso no nos importaba más el destino de Máximo o el de Godofredo de Ibelin?).

Cinematográficamente hablando, la única parte salvable es la magistral interpretación de Christian Bale como Moisés, ya que el actor dota al personaje de la suficiente fuerza y carisma como para que nos importe su destino (y trabaja muy bien en la batalla inicial), aunque el momento «entrenamiento-de-campesinos-en-el-uso de-las-armas-para-luchar-contra-el-malo» parece un poco forzado aunque resultón.


Joel Edgerton también contribuye con su grano de arena y nos creemos su actuación como Ramsés, incluso John Turturro o María Valderde lo hacen bien (aunque de manera más discreta), pero más anecdótica e innecesaria es la actuación de Ben Kingsley o Sigourney Weaver, quienes no aportan nada al conjunto, especialmente el primero (no es un problema de los actores, sino de la elección de casting).

Hasta ahora, y después de haber visto Exodus: Dioses y reyes, mi ránking de películas de Ridley Scott se queda así:

  1. Gladiator
  2. El reino de los cielos
  3. Robin Hood
  4. Los duelistas
  5. ...
  6. ...
  7. Exodus: Dioses y reyes
Es una lástima, porque tras una buena batalla inicial y un tema que prometía ser interpretado de otra forma y no en la literal (que ya hemos visto mil veces), Exodus: Dioses y reyes podría haber sido lo que no es: una digna película histórica que no cayera en el olvido. La BSO compuesta por Alberto Iglesias no es en absoluto mala, y de hecho supera en muchos puntos a la película, pero pasa algo desapercibida al contrario que otras partituras de otros compositores que han trabajado al servicio de Ridley Scott, véase Hans Zimmer o Harry Gregson-Williams. Es mejor escuchar el trabajo de Iglesias aparte como ambientación de la época y no como acompañamiento a la cinta.

enero 30, 2015y

28 de diciembre de 2014

Reseña: «Leonor: La leyenda negra», de Arnaud Delalande, Simona Mogavino y Carlos Gómez

Leonor de Aquitania, un personaje con mucha fuerza, pero problemático donde los haya.

Título original: Les reines de sang. Alienor, la Legende noir.
Edición: Yermo Ediciones. 168 págs. 36 €.
Traducción: -.
¿Qué buscan los lectores en la novela histórica, o como es el caso que nos ocupa, en el tebeo histórico? En primer lugar, unos personajes bien desarrollados, fieles y coherentes a su versión real en la historia. En segundo lugar, un guión atractivo que les haga pasar páginas hasta conocer el desenlace de lo que nos quieren transmitir sus autores. Y en tercer y último puesto, aunque no por ello menos importante: un dibujo a la altura de las circustancias, que refleje el periodo histórico de la obra y que no la desmerezca bajo ningún concepto.

Estas tres simples y obvias razones hacen que Leonor: La leyenda negra sea una excelente opción si lo que buscamos es un tebeo histórico bien hecho, documentado y con un apartado artístico de peso. La principal razón para leer Leonor: La leyenda negra son los personajes protagonistas de este relato que se centra en la reina Leonor de Aquitania, mujer que causó bastante revuelo en la época en que vivió –hablamos del siglo XII–, ya que no solo estuvo casada dos veces –la primera con Luis VII, la segunda con Enrique II–, siendo primero reina consorte de Francia y luego de Inglaterra, y tuvo diez hijos –entre ellos Ricardo Corazón de León–, sino que se enemistó con el Papa al permitir la boda entre su hermana pequeña y el duque Raúl de Vermandois –este último ya estaba casado–, se dice que tenía encuentros privados e íntimos con su tío en Antioquía y se unió a la segunda cruzada con su marido Luis VII, en la cual marcharon reyes por primera vez.


“Uno de los mejores tebeos históricos que hasta ahora ha publicado la editorial”
Leonor: La leyenda negra es el tebeo ideal para sumergirnos en un pedazo de historia fundamental en la formación de la Vieja Europa, y de paso aprendemos unas cuantas cosas y conocemos a una mujer interesante –no por personalidad, sino por los azares de su existencia– y que tuvo una vida bastante movida, por decirlo de alguna manera. Lo mismo puede decirse del joven y piadoso Luis VII, otro de los grandes personajes del relato, en dura pugna con su adorada esposa, y quien más padece la gran energía de Leonor –a quien los lectores enseguida tacharán de pusilánime y flojo de carácter–. Arnaud Delalande y Simona Mogavino han hecho un gran trabajo a la hora de retratar esta gran figura histórica, aunque he de recalcar que el personaje está más enfocado hacia el de la adolescente caprichosa y constantemente cabreada si no se satisfacen sus demandas que el de la mujer resuelta e inconformista. Sin embargo, no tenemos que tomar este detalle como algo negativo, sino como el acertado punto de vista de los autores, los cuales sin duda han querido darle el enfoque más realista posible. La edad de Leonor, el personaje de cómic, coincide con el de la historia real, y si en ambos casos es una niña a comienzos de la adolescencia –todos sabemos que en esa época la gente se casaba y tenía hijos a una edad mucho más temprana que ahora–, ¿por qué no iba a ser tal cual la retratan los autores?


En cualquier caso, Leonor: La leyenda negra ofrece una perspectiva coherente con los movimientos políticos, nupciales y diplomáticos que tuvieron lugar en los sucesos reales, y los resultados de las artimañas del personaje son los mismos que podemos leer en cualquier libro de historia –este cómic no abarca el matrimonio de Leonor con Enrique II, por si alguien se lo pregunta–, pero aderezados con escenas muy bien interpretadas y que se deslizan como un guante, en especial la degradación que sufre el matrimonio de la pareja protagonista y los problemas que acarrea a ambos y al mundo que les rodea –sobre todo por las guerras provocadas por Leonor–. El hecho de que haya una buena cantidad de diálogos le hace ganar muchos enteros a Leonor: La leyenda negra, ya que un cómic de estas características sin una buena dosis de lectura no nos permitiría situarnos correctamente en el periodo histórico ni sintonizar como se debe con las sensaciones que pretende transmitir.


De Leonor: La leyenda negra tan solo me queda comentar el arte de Carlos Gómez, y es que es un auténtico gusto poder leer historia con unos pinceles como los del argentino: solidez en los escenarios, en los personajes –sobre todo en esto último– y en los entornos, y es que en conjunción con el guión de los escritores tenemos un apartado artístico muy elaborado que hace hincapié en los mencionados personajes. Sí, Leonor: La leyenda negra es una gran historia de personajes: de como sus caracteres chocan, se van desarrollando conforme el guión se abre paso hasta su final y se ven involucrados en el consabido juego de tronos de la política medieval. Pero lo mejor de todo es que estos no permanecen inalterados como puede llegar a ocurrir en otros tebeos de corte histórico: avanzan al ritmo del guión y descubrimos más sobre ellos mientras prosigue la lectura.

En definitiva, Yermo Ediciones ha tenido una excelente idea a la hora de traer a España la colección "Las reinas de sangre" –cada título es independiente aunque forme parte de una misma línea–, centrada en mujeres importantes de la historia que tuvieron un papel fundamental en ella. Con este tebeo, que recoge los tres álbumes originales en un único volumen, la editorial se marca un tanto en su trayectoria a la hora de publicar tebeo histórico de buena calidad, y si se me permite la apreciación, Leonor: La leyenda negra tiene tanto nivel que para mi gusto es de los mejores tebeos históricos que hasta ahora ha publicado la editorial. Entusiastas de Leonor de Aquitania, haceros con él o perecer.

diciembre 28, 2014y

24 de diciembre de 2014

Reseña: «Sombras sobre el Nilo», de Kate Furnivall

La autora ha escrito una novela muy ágil con referencias a Sherlock Holmes y Agatha Christie.

Egiptología, el Museo Británico, Londres, El Cairo, romance, aventuras, misterios y Sherlock Holmes: este libro llevaba mi nombre en la solapa. Sombras sobre el Nilo, de la autora británica Kate Furnivall, ha sido una lectura muy entretenida y aunque el final ha sido un poco rocambolesco digno del mejor telefilm de sobremesa, en general ha sido una novela que he disfrutado mucho y cuyos puntos fuerte han sido, sin lugar a dudas, la ambientación histórica –que me ha encantado– y las relaciones fraternales entre los tres protagonistas de la novela. Pero vayamos por partes, que adelanto acontecimientos, ¿de qué va el argumento?

Jessie Kenton, una preciosa niña londinense perteneciente a una acomodada familia de clase alta, ve horrorizada como una noche sus propios padres se llevan a su hermanito Georgie, un niño con graves problemas de conducta, y lo sustituyen por el angelical Timothy. Aunque Jessie hace lo posible por intentar recuperar a su adorado hermanito y evitar querer a ese intruso que se ha colado en su familia, fracasa estrepitosamente en ambas: su aristocrático padre prohíbe toda referencia a Georgie y el usurpador realmente no tiene culpa de nada. Así que, cuando veinte años después, Timothy, que es ahora un prometedor egiptólogo del Museo Británico, desaparece de forma misteriosa, Jessie no está dispuesta a permitir que le arrebaten a otro de sus hermanos. Con la ayuda de Sir Montague Chamford, un aristócrata venido a menos que no puede resistirse a ayudar a una damisela en apuros, y las pistas que ha ido dejando el mismísimo Timothy en forma de acertijos relacionados con las novelas de Sherlock Holmes, Jessie moverá cielo y tierra para encontrar a su hermano desaparecido sin saber que con la búsqueda de uno encontrará las respuestas de la desaparición del otro, ocultas entre las sombras del mismísimo río Nilo.

Si este argumento no ha sido capaz de haceros ir a la librería más cercana, mal vamos. La verdad es que Sombras desde el Nilo es una novela ágil, que se lee casi de tirón si se dispone de tiempo suficiente para ello, muy bien ambientada y con tres personajes con los que enseguida te encariñas. Quizá siga demasiado la ambientación de novelas del estilo de Agatha Christie (no he podido evitar acordarme de Muerte en el Nilo mientras iba leyendo) pero en general, me ha parecido una novela correcta, sin grandes pretensiones, con la dosis justa de misterio y de recreación histórica, con un romance para nada almibarado que se desarrolla de forma natural y sin aspavientos. Y sobre todo, lo que más me ha gustado, es que la novela es una historia de hermanos, que hacen lo que sea necesario sin importar el precio que haya que pagar, por estar juntos.


La caracterización de los personajes, especialmente la de Georgie, es sobresaliente. En primer lugar, Jessie Kenton –nuestra protagonista– no es una damisela en apuros. Quizá es un poco inocente y a sus veintisiete años tampoco es que haya visto mucho mundo porque sigue atrapada en el rol de la mujer de principios del siglo XX, pero es autosuficiente y resolutiva. Lo que le falta en experiencia, dada la protegida vida que ha llevado, le sobra en voluntad. Además, no va desmayándose por los rincones y no se escandaliza por cualquier nimiedad en la etiqueta social, como el ir con un perfecto desconocido a Egipto sin más compañía que ella misma. Timothy también me ha parecido un gran personaje, aunque le ha faltado un poco más de desarrollo. Tim es un personaje de principios, con un corazón que no le cabe en el pecho y no está afectado por el elitismo de la clase alta británica, arriesgándose a ser un paria social por el amor que le despierta Egipto y una mujer con los mismos ojos negros que la reina Cleopatra. La estrella de la novela, o el personaje que más me ha gustado, ha sido Georgie: es autista y los capítulos dedicados a él están narrados en primera persona, con mundo tal y como él lo ve. Me ha parecido fantástica la recreación de su mente, con todos los claroscuros, la violencia, la bondad, su falta de lazos y su incapacidad de establecer relaciones sociales tal y como las conocemos nosotros. Además, también se muestra la gran incomprensión de la época para estas personas con necesidades especiales.

La ambientación y la recreación histórica también me han parecido muy destacables. No sólo se puede palpar el fantástico trabajo de investigación que ha hecho la autora para darle ese aire de verisimilitud a la novela, sino que además la adorna con hechos históricos concretos, como el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922 por el equipo de arqueólogos de Howard Carter, el expolio del patrimonio egipcio por parte del gobierno de Su Graciosa Majestad, los enfrentamientos sociales de 1932 en Trafalgar Square o el delicado equilibrio de poderes de un Egipto que luchaba por afianzar su autonomía política y alejarse del protectorado del imperio británico. Tampoco puedo dejar pasar las referencias a Sherlock Holmes que recorren toda la novela, utilizando fragmentos de novela y personajes del gran Arthur Conan Doyle, y que sirven a la protagonista como pistas en una gymkana.


La única pega que le encontrado a la novela, y esto es algo puramente subjetivo y personal, ha sido el rocambolesco desenlace final digno de un telefilm de sábado por la tarde. Es precipitado, no muy creíble y se cierra de forma poco satisfactoria, como si la autora, llegados a este punto, no hubiera sabido que hacer con los personajes o cómo cerrar una historia que, por lo demás, me estaba encantando. Una lástima, la verdad.

En definitiva, Sombras sobre el Nilo es una novela que bebe de géneros tan dispares como la novela de aventuras, la novela romántica, la novela de misterio o la novela histórica, todo ello de forma muy equilibrada y en su justa medida. Sus casi seiscientas páginas volarán bajo vuestros ojos, se os hará corta y os emocionaréis con la peculiar historia de estos tres hermanos que se ven separados por la incomprensión, el elitismo y la eugenesia que nacía como un germen canceroso en los albores de la Segunda Guerra Mundial, y todo ello desde la majestuosa sombra de las pirámides y la perezosa orilla del río Nilo.

Ficha técnica

SOMBRAS SOBRE EL NILO
Kate Furnivall
Bóveda Ediciones
Trad. Ester Molina.
584 págs. 18 €

diciembre 24, 2014y

14 de diciembre de 2014

Reseña: 'Halcón Negro', de Juan Pedro Delgado Espada

Es raro encontrar hoy en día literatura juvenil que se desmarque de ese género fantástico que actualmente puebla las estanterías de las librerías, una tendencia que se ve acentuada día tras día gracias en parte a los numerosos productos cinematográficos protagonizados por la cada vez más popular ciencia ficción distópica, escuelas de magia y ucronías postapocalípticas. Pero la literatura juvenil también puede tener una función didáctica, no lo olvidemos, sin por ello dejar de lado el componente aventurero y de entretenimiento que al fin y al cabo todos buscamos en una lectura.

Por esta razón quiero mencionar Halcón Negro como una de esas buenas novelas destinadas a un público juvenil –y que los adultos pueden disfrutar igualmente–, ya que gracias a su ambientación histórica se desmarca bastante de la tendencia en el género. Es cierto, pensaréis algunos, hay un buen puñado de novelas históricas juveniles publicadas desde hace años, e incluso hoy en día siguen saliendo unas cuantas, pero lamentablemente lo que llega al público general no es eso, sino productos de consumo rápido que o bien tienen adaptación cinematográfica o una gran campaña de marketing detrás.

Los lectores que busquen una lectura plagada de datos históricos con los que instruirse o bien un filón léxico de esos que precisan un vocabulario al final del libro, se darán cuenta de que Halcón Negro no es nada de eso: su autor, Juan Pedro Delgado Espada simplemente ha tomado como referente la invasión de Inglaterra por parte de los normandos bajo las órdenes de Guillermo el Conquistador en 1066, y lo ha convertido en el escenario de aventuras de un puñado de personajes con los que el lector empatiza inmediatamente. Es una historia no exenta del clásico viaje de aprendizaje y crecimiento, pero los protagonistas están muy bien perfilados y todos tienen definidos sus objetivos. La única excepción es el joven Thomas, que ve como todo lo que conoce desaparece por culpa de los normandos y una vez madura y crece sus ideales no son los que esperábamos al principio, aunque no deja de ser una búsqueda de la identidad personal que suele gustar entre los lector habituales y claramente el tema por antonomasia de la literatura juvenil.


“Es divulgación histórica para jóvenes”
Halcón Negro está escrita con una prosa muy fluida, con terminología bien escogida y las aventuras de los personajes por la Inglaterra de la amenaza normanda están muy bien resueltas: cada dos por tres ocurre algo en la trama que llama la atención. Siempre he pensado que ciertos géneros no deben omitir el tema que retratan, por ejemplo la novela negra no puede dejar de mostrarnos la crudeza de los crímenes, y la novela histórica tiene que ser fiel a determinadas actitudes propias de la época, y Halcón Negro no me ha decepcionado en este aspecto, ya que aunque se trate de una novela claramente destinada a un público juvenil, no escatima en matanzas o asesinatos –sin llegar a ser un Juego de tronos, que conste–, pero siempre dentro del marco de lo posible en una novela de estas características. Por si fuera poco, la elección del título nos recuerda a grandes clásicos de aventuras como La flecha negra o El corsario negro, claro reflejo de las intenciones de su autor.

En cuanto a la edición de Palabra no tengo ningún comentario negativo al respecto: tamaño de letra adecuada, márgenes respetables, una portada muy llamativa y un precio muy ajustado –10 doblones hoy en día está francamente bien–. La única pega que puedo ponerle es que me hubiera gustado que incluyese ilustraciones para determinadas escenas de la novela. Pero no es un requisito, simplemente una opinión personal.

Si lo que se busca es una novela ágil, divertida, con personajes interesantes, que sepa capaz de fomentar la lectura –parece una obviedad, pero no todos las lo consiguen– y además de corte histórico –ficción histórica, para matizarlo todavía más por si alguien lo necesita–, Halcón Negro puede ser vuestra elección o la del joven lector a quien se le haga llegar el libro. Es divulgación histórica para jóvenes y por eso su valor es todavía más alto.


Halcón Negro
Aventuras, juvenil
Ediciones Palabra. 192 págs. 9.90 € en papel (disponible en ebook)



diciembre 14, 2014y

10 de noviembre de 2014

Reseña: 'La Mondaine', vol. 1, de Zidrou y Jordi Lafebre

Una buena historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial, protagonizada por un inspector de La Mondaine.

Me gustaría decir antes de empezar que me siento muy orgullosa de haber encontrado este cómic por mi cuenta en la tienda donde habitualmente suelo comprar cómics. Es cierto que en La espada en la tinta solemos estar al día de las novedades, pero admito que mi interés es disperso y que normalmente mi memoria se niega a recordar muchísimas cosas que considera poco importantes para mi día a día. Por eso, cuando vi la portada de La Mondaine y al final de ese mismo día la seguía recordando con meridiana claridad –también sus viñetas– supe que me tenía que hacer con él.

El guionista es Benoît Drousie (también se le conoce como Zidrou, y ha hecho otras cosas como La piel del oso El Folies Bergère), y está prácticamente considerado un cazatalentos de dibujantes, por no decir que no parece ser muy amigo de esa costumbre que hay en Francia de encasillar rápidamente a los artistas en géneros concretos y donde todo el mundo se considera un gran artista aunque acaben de salir de primaria. Echando un vistazo a algunos reportajes que recogen la visita de Zidrou a nuestro país para ver las exposiciones de algunos dibujantes que inicialmente no eran muy conocidos, comprendemos perfectamente su inmediato enamoramiento por artistas de la calidad de Jordi LafebreLa anciana que nunca jugó al tenis–, quien ilustra las páginas de La Mondaine, y con el que yo también quedé muy asombrada. Los dibujos de Lafebre tienen corazón y se nota que fluyen desde la punta de su rotulador con una pasión y una sensibilidad que pocas veces he visto en otros dibujantes –y eso que me considero una asidua lectora de cómic europeo–. Por esas razones quiero hablaros del primer álbum de La Mondaine, aprovechando que esta misma semana sale la segunda y última entrega de la mano de Norma Editorial.

Zidrou nos lleva a la Francia de la Segunda Guerra Mundial, exactamente al año 1944 –como se puede comprobar por la portada–, y en las primeras escenas nos muestra a un gran grupo de personas metidas en un refugio antibombas; no son solo ciudadanos, sino que también hay presente un soldado del ejército nazi que trata de mantener una conversación despreocupada con nuestro protagonista: el inspector Aimé Louzeau de La Mondaine.


Hay que decir de La Mondaine que fue una brigada creada especialmente para controlar la prostitución y la trata de blancas, la pederastia, el tráfico de estupefacientes y las publicaciones indecorosas; estuvo vigente en el país hasta casi los años 80, donde se terminó escindiendo en dos secciones: la brigada de estupefacientes y la brigada de represión del proxenetismo. Casi al final de esta serie de viñetas que sirven de prólogo e introducción para la historia principal y tras una charla un tanto forzada con el soldado, nuestro inspector se pone a recordar los acontecimientos que marcaron su ingreso en esa división hace casi una década, en 1937.

El problema de Louzeau es muy evidente: una moralidad férrea, poca experiencia en cuanto a tratar con algunos de los personajes de los bajos fondos y una imagen idealizada de una sección de la policía a la que nunca había visto metida en faena. A medida que pasamos páginas iremos comprobando que la corrupción en los cuerpos policiales que tienen que regular la prostitución es una de las razones por las que Louzeau termina explotando en mitad de una reunión con los compañeros de trabajo, donde también están su compañero Granpin y el Inspector Jefe Severin, al que podríamos destacar como el más corrupto de los mœurs –nombre coloquial que se le daba a la brigada–. Louzeau no entiende esa conducta y tampoco consigue aceptarla debido a sus valores personales.


El final de La Mondaine es el gancho que nos hará esperar como locos el segundo volumen, con la aparición de Eva, una chica tahitiana que hace un espectáculo erótico zoofílico en un garito que la brigada está investigando.

Personalmente, este primer álbum de La Mondaine es de los que más he disfrutado en mucho tiempo –es cierto que digo esto a menudo, pero es lógico, ya que cuando nos decidimos a comprar lo hacemos porque algo nos ha llamado la atención y ha conseguido conectar con nuestro interior–. Es uno de los pocos casos en los que el guión está completamente compenetrado con el dibujante y viceversa; sabemos que Zidrou no es un guionista exigente que no para de dar la tabarra a los dibujantes con los que ha trabajado o trabaja: es un guionista que respeta el proceso de creación y que evita inmiscuirse, para que el desarrollo sea perfecto. Creo que es algo que deberían aprender muchos guionistas y artistas –también los hay que no dejan en paz al guionista–, ya que el resultado final ha sido maravilloso.


Las expresividad en las caras de los personajes es impactante cuanto menos, sobre todo la expresión que recuerdo de una prostituta entrada en años con la que los protagonistas se cruzan en un parque, a la caída de la noche en un frío día de invierno. Su actitud, primero encantadora para atraer la atención, después levemente sorprendida y más tarde enfadada por el desplante del compañero de Louzeau, son un verdadero regalo para los sentidos. Para esto también podría usar algunas viñetas como es la que sigue a este pasaje, donde se muestra la entrada del local donde suelen reunirse todos los de la brigada de La Mondaine, la expresión de uno de los compañeros escribiendo a máquina con sus dedos índices, o la del Inspector Jefe utilizando de forma bastante explícita el inflador de las ruedas de su bicicleta para explicar la profesión de la mujer con la que están hablando en la oficina en ese momento.

En definitiva, un lujazo de álbum, recomendable para todos aquellos que quieran disfrutar no sólo de una buena historia, sino también de una esplendorosa ilustración. Sería un gustazo ver una exposición de Lafebre y porqué no, tener alguna que otra lámina colgada en casa dentro de un buen metacrilato. Supongo que a quien no le guste el cómic es algo que no podrá entender, pero creedme si os digo que el mensaje le llegará bien alto y bien claro a todo aquel que le de una oportunidad a La Mondaine.

LA MONDAINE 1 (de 2)
Zidrou y Jordi Lafebre
Norma Editorial
64 págs. 16 €

noviembre 10, 2014y


 

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