Lizbeth Salander regresa para ayudar a Mikael Blomkvist en el caso de la trata de seres humanos en Suecia.
En la reseña de Millenium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres comenté que se había conseguido condensar un libro enorme en el espacio de aproximadamente unas 145 páginas, y además de una forma realmente notable. En este caso, Runberg y Homs vuelven a hacerlo, retratando en 132 páginas la investigación sobre la trata de seres humanos en Suecia desde la redacción de la revista Millenium. Como no podía ser de otra forma, Mikael Blomkvist conseguirá contactar con una desaparecida Lisbeth Salander para que le ayude a descubrir quien está matando a las fuentes que sirven de base a su investigación. Blomkvist sospecha de un topo dentro de la misma revista e incluso de alguien muy importante de la política sueca. Siguiendo el rastro de migas de pan, nuestra sufrida protagonista descubrirá algo que creía imposible, una relación con su pasado, más en concreto con su padre y con el período en el que de pequeña fue encerrada en un centro psiquiátrico donde sufrió distintos tipos de abusos por parte del médico encargado de su vigilancia.
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina nos ofrece una carga perfecta de acción y suspense, aderezada con una mezcla un tanto indefinible gracias a la ira que transmite Lisbeth –por razones más que evidentes– y la pena que podamos sentir por su traumático pasado. Asimismo, podremos comprobar también cómo los medios de comunicación en manos de algunos entes poderosos que parecen estar vinculados con la investigación de la trata de seres humanos, puede llegar a poner en jaque a la revista Millenium. Presenciaremos por tanto una lucha tanto dialéctica como moral entre súper Blomkvist y Erika, una de sus socios más importantes y con la que tuvo hace años una importante relación sentimental.
Es evidente para todos los que tengan este álbum entre las manos y lo abran para echarle un ojo, que los dibujos de Man han dado justo en el clavo a la hora de representar las sensaciones de muchos de los personajes, ya sea con sentimientos tan complicados de plasmar como la decepción o la tristeza, y de otros más comunes como el del miedo o la ira. Quizá he echado de menos algún que otro detalle extra en el entorno de algunas viñetas, aunque esto en realidad no tiene mucha importancia. El mismo guión tira de la historia con tal fuerza que en realidad tendremos que hacer un ímprobo esfuerzo para disfrutar de cada detalle en cada recuadro y no avanzar como locos para saber qué va a ocurrir en la siguiente página.
El único pero que le puedo poner es que, a diferencia del primer tomo –en el que la historia queda más o menos cerrada–, el segundo acaba en un cliffhanger del tamaño de un rascacielos. Una muda súplica de ayuda en boca de uno de los personajes importantes –no diré nada más porque quiero que os lancéis como locos a leer este cómic tan chulo– y un paisaje lleno de nieve –con un trabajo de calidad excelsa por parte de Man–, nos deja con la miel en los labios para la siguiente entrega –recordemos que cada tomo de la edición española son dos de la francesa–. Millenium: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina sin duda terminará por formar parte de la leyenda urbana que habla de la existencia de buenas adaptaciones de la novela al cómic.
0 comentarios
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.