Título original: Toxic Planet, Intégrale.
Guión: David Ratte.
Dibujo: David Ratte.
Color: Sylvie Sabater.
Edición: 104 págs, color. Dibbuks, febrero 2013.
Precio: 17 €.
Traducción: Lorenzo F. Díaz.
Temática: Humor, sátira, cómic.
Correlación: Un volumen que recoge los dos álbumes originales de
Toxic Planet.
La
distopía es un género que no pasa de moda, género que se encarga, específicamente, de mostrarnos
una posible realidad que nos resultaría indeseable por diferentes motivos. El problema es cuando esa quizá imposible realidad se torna cada posible con cada año transcurrido, un recurso que hemos comprobado infinidad de veces en la literatura, el cómic –ahí está la recomendable
El Gran Muerto– o el cine. En el caso de
Toxic Planet, primera incursión de
David Ratte en el terreno de la historieta, los personajes de este tebeo,
a medio camino entre el cómic convencional y la tira cómica, viven en
un mundo ahogado por los gases tóxicos –literalmente, el aire está rebosante de polución–, circunstancia que les obliga a llevar permanentemente una máscara antigás.
Toxic Planet fue ganadora del premio al
Mejor Álbum en el
Festival de Chambéry.
De acuerdo, puede que el mundo planteado por el autor francés esté a décadas o incluso siglos de distancia del nuestro, pero dada la rapidez con la que nos estamos cargando nuestro preciado planeta –lo de preciado es un decir, pues para muchos es poco menos que un bien desechable, como una lata de Coca-Cola vacía–, quién sabe lo que tardaría la Tierra en ser como nos la pintan en Toxic Planet. Pero por suerte, el cómic al que ahora nos estamos refiriendo es una sátira, una tira cómica que entre sus viñetas se adivina un hilo conductor en el que los personajes hacen de las suyas, critican al gobierno planetario –bastante acertada la figura del Presidente, seguro que nos recuerda a cualquier otro que haya cometido alguna barbaridad ecológica–, y dan vida a la voz del autor que, utilizando el humor como canal conductor, nos quiere hacer ver que entre la marea pestilente que se avecina, el propio ser humano permanecerá intacto, con ciertas condiciones como las máscaras auto-impuestas eso sí, pero siendo a su vez el propio responsable de los residuos radioactivos, las capas de humo impenetrable, de la extinción de los animales y, por supuesto, de los árboles, esos organismos vegetales que en Toxic Planet son poco menos que un mito, además de un incordio que está mejor extinto. ¿Tiene el ser humano lo que merece? Con la lectura de Toxic Planet no cabe duda de que sí, por lo menos los personajes que protagonizan la historieta.
Los protagonistas comentando lo que tardan en desintegrarse las bolsas de plástico.
La reciente edición recoge en un único volumen en tapa dura los dos álbumes previamente publicados por Dibbuks hace algunos años, obviamente en un formato más cómodo y económico si elegimos esta opción en lugar de adquirir los dos títulos por separado. Las dos entregas incluidas en este integral son de un estilo prácticamente idéntico: mientras que en Entorno natural se nos dan las bases, las presentaciones por así decirlo, de lo que son las motivaciones del cómic, en Especie en peligro se centra en muchas ocasiones en situaciones que tienen que ver con la naturaleza o los animales ("ah, ¿pero existen?", os preguntaréis). Ni que decir tiene que el apartado artístico de ambos álbumes es idéntico pues el propio David Ratte –siguiendo la buena tradición de la tira cómic– el encargado tanto del texto como del dibujo, siendo este último todo un sobresaliente ejemplo de dibujo elegante, limpio y preciso, que prescinde de los fondos cuando lo que importa es el golpe de efecto de la viñeta o bien un especial hincapié en la compañera femenina del que podría decirse que es el protagonista, curiosamente el más irresponsable de todos; personajes sin rostro en entornos cotidianos –el salón de casa, el trabajo, la compra, el zoo, la playa– es la baza con la que el autor consigue engancharnos a su lectura.
En cualquiera de los dos casos, la lectura de Toxic Planet Integral se disfruta como un todo, un cómic que nos deja con ganas de más dada su intención para divertir, con una moraleja subyacente que se hace incuestionable hasta para un muñeco de trapo, porque eso es lo que somos, muñecos de trapo que no hacemos más que seguir las influencias de la masa, mal que nos pese, cargándonos de paso esos bienes tan preciados como son los ríos, los mares, las montañas, los bosques o los animales, haciendo que nuestro planeta sea un gramo más caluroso/inestable/gris que el día anterior, menos mal que tenemos productos como Toxic Planet para dedicarle una sonrisa a todo eso.
por Loren Sparrow
febrero 18, 2013
comentarios
La verdad es que a mi este cómic me ha gustado mucho. Tanto por el dibujo como por la forma tan "sutil" de tratar el problema de la contaminación ambiental. Me parece a mí que, al ritmo al que vamos, terminaremos peor que ellos.
Me gustaría haber visto la viñeta en la que aparece el oso polar en la puerta pegándole un guantazo al prota porque no se cree lo del derretimiento de los polos aplicada en la realidad a algún que otro "mandamás". jajaja
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.