Título original: De torens van februari.
Edición: 240 págs. Siruela, col. "Las Tres Edades", febrero 2010.
Precio: 19,95 €.
Traducción: María Lerma (del neerlandés).
Temática: Diario, aventuras, juvenil.
Correlación: Independiente.
Me gustaría comentaros algo que considero bastante curioso en mi forma de encontrar ciertos libros que me han gustado especialmente. Llego a una librería, una feria o cualquier sitio por el estilo y me dedico a vagar entre las mesas sin prestar especial atención a nada, pero a la vez mirando todo un poco. Si en ese recorrido de repente me siento impulsada a coger un libro por esa curiosidad innata que tenemos todos, es muy posible que lo vuelva a dejar en su pila o bien cabe la posibilidad de que tras leerme la sinopsis abra sus tapas, ojee el interior y lea el primer párrafo de la novela. Si en ese momento la historia que estoy leyendo me cautiva de tal manera que de forma mágica me encuentro leyendo la segunda página y casi la tercera, es una señal inequívoca de que el libro me ha llamado desde el rincón en el que se encontraba para que mis ojos acabasen posados en él. Esto es precisamente lo que me pasó con
Las Torres de Febrero. El libro se encontraba en una esquina oscura y olvidada de un conocido centro comercial, en la sección de libros “raros”. En esta catalogación meto los libros de perros, esoterismo y autoayuda porque suele ser la zona donde únicamente encuentras pelusa en el suelo y a la dependienta adecentando como puede la sección. Supongo que la portada, creo que de mano de
Gloria Gauger, fue lo que me llamó más la atención, pero creo que mentiría si dijese que el nombre de la autora,
Tonke Dragt, no lo hizo en igual medida.
La historia comienza con una nota de la autora dejando claro que lo que vamos a leer no ha sido invención suya, sino que ha sido una labor de recopilación y descifrado de un antiguo diario repleto de distintos tipos de caligrafías y anotaciones diversas. A lo largo de la novela encontramos algunos signos que indican la falta palabras para completar la frase de turno, o bien nos aclara que en su momento fueron palabras ilegibles. Encontramos también diversas anotaciones a pie de página donde a su vez nos indica que el libro no estuvo dividido en capítulos y que Tonke Dragt ha intentado nominarlos para que el lector pueda seguir la historia de
Tim (¿o era Tom?) más fácilmente.

Es el primer libro que leo de esta autora holandesa y lo cierto es que tengo la sensación de que la traducción de mano de
María Lerma debe estar hecha con una gran precisión, porque en ningún momento he tenido problemas de coherencia al paso de las casi doscientas cuarenta páginas que tiene el libro. Esto me ha hecho disfrutar especialmente con la historia de nuestro joven amigo al cual, por cierto, encontramos por vez primera a la orilla del mar, con los zapatos mal puestos, cortes en los dedos producidos por un espejo roto que tiene dentro de su anorak, una navaja, pan, un lápiz y una libreta. No recuerda quien es, cómo ha llegado hasta aquel lugar, qué aspecto tiene o como se llama, pero sí que es cierto que en cuanto ve las dos torres enormes alzarse a un lado de la costa, un escalofrío recorre su espalda y las reconoce como Las Torres de Febrero.
Una historia que no creo que tenga pretensiones de convertirse en un fenómeno literario, más que nada porque fue editada hará ya unos dos años (publicada originalmente en 1973), pero que sin embargo es capaz de conquistar totalmente la atención del lector, quien con cada capítulo se adentra aún más en la historia de esas dos torres y de nuestro chico desconocido. Editado en cartoné, con una letra más que correcta y con muy buenas notas a pie de página, os garantizo que descubriréis cosas bastante interesantes. Si queréis leer algo que os “desintoxique” de esas largas lecturas cargadas de información os aseguro que
Las Torres de Febrero es un libro perfecto para eso y del que os quedaréis con un gran recuerdo.
2 comentarios
Pues como me has recomendado que lo lea ya, intentaré meterlo mano estos días. Tiene buena pinta el libro, por lo menos diferente a lo que estamos acostumbrados, y teniendo en cuenta que la novela se publicó en los setenta por vez primera en lengua original, es un valor añadido (creo yo).
No deja de ser el clásico recurso del "manuscrito encontrado en tal sitio", que suele funcionar bastante bien, o al menos a mi me gusta dicho recurso.
Lo cierto es que además en el libro nos dan una explicación bastante buena de porqué se publicó por primera vez en los años 70 y porqué se volvió a reeditar en fechas cercanas. ^^ Pero si os lo digo os descubro el secreto...
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.