Era la una y media del mediodía, y había un chico bastante ansioso rebuscando entre las recientes novedades de fantasía y ciencia-ficción de la librería más conocida del centro. Muy de vez en cuando, algunos de los clientes se paraban a mirar, o directamente agarraban alguna de las novedades cercanas y se ponían a ojearlas para fisgonear. El joven parecía querer dar con algo a toda costa, pero sus esfuerzos no daban fruto. Sea lo que fuere aquello que trataba de encontrar, no parecía hallarse entre esos montones en concreto.
Uno de los dependientes llevaba unos cuarenta minutos observándole. Fingiendo mirar algo en su pantalla, atendiendo a tal o cual cliente que preguntaba por un libro de hace una década, se preguntó si no sería uno de esos chiflados que de vez en cuando pululan por estos lugares, templos de la lectura y el consumismo literario. Lo más curioso de todo es que, una vez revisada toda la pila de novedades, el joven la volvía a revisar sistemáticamente una y otra vez, como si no diera crédito a sus ojos. Pero también saltaba al montón de novedades de enfrente, donde los clientes que pasaran por ese pasillo tuvieran la oportunidad de hacerse con la novedad del momento, apilado en un ordenado montón que él mismo, el chico, se había encargado de cuadrar milimétricamente. Una vez revisada la dichosa sección, regresaba al punto original para reiniciar la búsqueda infructuosa.
Pero llegó el momento de plantarle cara al dragón. Suspirando para sí, el dependiente se levantó del taburete y se acercó con pasos medidos, tranquilos, fingiendo indiferencia y sudando, aunque esto último se debía a la calefacción, demasiado alta. Era su primera semana en la librería, pero aquello no debía de ser nada malo, sobre todo en estas fechas navideñas donde reinaba el buen rollo. Pero cuando se aproximó al chico, captó leves murmullos que decían cosas como “no puede ser”, o “tanto tiempo esperando para esto”, incluso algún que otro “siempre pasa lo mismo, aún siendo el primer día”. Entonces la inquietud del dependiente ascendió un par de grados, y no era la calefacción.
Ya cerca, carraspeó un poco para decir:
–Hola, ¿estás buscando algo en concreto? –el chico ni se inmutó–. A lo mejor puedo ayudarte a encontrar lo que buscas.
–No, gracias –su voz era una mezcla entre profunda y agudo contenido. No levantó la vista.
–¿Darte alguna sugerencia, quizá? Nos ha llegado el último hito en novela histórica. Si quieres puedo darte algunas recomendaciones. Mira, en nuestros especiales recomendados tenem…
–Ya me los conozco todos, gracias –el joven seguía rebuscando, y los clientes ya se marchaban a comer.
Silencio incómodo.
–Bien, entonces, si no quieres nada más… me vuelvo a mi puesto. Si te entra alguna duda, o quieres encontrar algún libro… ya sabes donde estoy. Em…
–Muy bien, gracias –busca que te busca. El dependiente enfiló hacia el ordenador de pie y el taburete que daba vueltas, un pasatiempo divertido cuando no había nada que hacer.
–Aunque…
–¿Sí? –El dependiente se volvió en redondo.
-¿Es que nunca podré encontrar una sola copia sin un solo rasguño, páginas dobladas, manchas, rotos, o sobrecubiertas rasgadas? ¿Podrías decírmelo? En fin, supongo que no. Nos vemos.
Dicho esto, dejó en la pila el último libro que había cogido, y con un gesto de despedida puso rumbo a las escaleras mecánicas, que seguramente le llevarían hacia otro templo del saber donde su misión pudiera ser completada. Mientras bajaba, silbaba para sí la melodía de alguna película que el dependiente desconocía.
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(Lo dedico a todos aquellos a los que alguna vez les ha pasado algo parecido, o varias veces. Indudablemente, tiene un punto de exageración, aunque quién sabe...)
por Loren Sparrow
diciembre 26, 2010
4 comentarios
Hay que reconocer que el relato mola bastante, más que nada porque todos nos hemos encontrado en esa situación. En raras ocasiones la gente que tiene una librería se para a cuidar de forma correcta los libros que ya tienen o bien les mandan copias ya estropeadas desde el almacén que, o bien se comen con patatas, o intentan conseguir algún beneficio medio arreglándolo y esperando que el cliente que venga no se fije demasiado.
La verdad es que espero que cada vez más amenudo esas búsquedas no se conviertan en algo infructuoso.
Feliz navidad a todos por cierto. ;)
Jaja... casi falta un "Dedicado a la Fnac" :D
Me uno a la reivindicación. Ya veo que no soy el único maniatico con estas cosas; y que de hecho no se trata de ser sibarita sino de exigir unos mínimos de calidad, que con los precios que se gastan no es plan de llevarte algo con tara. También es verdad que la culpa a veces la tienen clientes descuidados que ojean o manosean las cosas de cualquier manera. Supongo que la solución, en parte, es retractilar todo lo posible, dejando un ejemplar de muestra abierto.
Yo por eso intento hacer casi todas mis compras en un par de librerías de confianza donde sé que cuidan el material. Pero vamos, con todo, soy de los que nunca eligen el ejemplar a la vista, sino que rebusca entre los que están debajo hasta dar con uno perfecto, jeje.
Valga como ejemplo que llevo meses detrás de un Tigana en condiciones, pero no hay manera...
Jeje, buen cuento. También me recuerda a la librería de El Corte Inglés.
Últimamente compro los libros por correo y me llegan en magnífico estado... Al leerte no he podido evitar imaginarme a mi librero de cyberdark seleccionando aquellos en mejor estado para mi pedido. :P
Buena idea, por cierto. Yo también he "celebrado" las fiestas con un cuento en mi blog.
Salu2.
Sí, es que todo es un cúmulo de influencias por parte de todos, el que los libros no estén muchas veces como deseamos. Y por supuesto, en todos los centros tampoco están igual, ya lo habéis dicho vosotros, no hace falta ni decir nombres. xDD
Pues sí, yo busco y rebusco entre las pilas hasta encontrar el que mejor se adapte a mis condiciones personales de selección, y si no lo hay, busco en otra parte, qué remedio.
Jolan, los libros de La Factoría de Ideas, la verdad es que pasado un tiempo suelen ser los que peor están. A ver si tienes suerte y encuentras un Tigana aceptable, lo que muchas veces es difícil. Hay libros que si no se cogen el primer mes, luego es un mundo. :S
Me alegro de que os haya gustado el cuento. :D
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.