Novelista y poeta alemán, Joseph von Eichendorff (1788-1857) es un autor cuya obra se sitúa en los últimos momentos del romanticismo alemán, que ha escrito una cantidad ingente de poemas, así como unas cuantas novelas y algunas obras de teatro. De fuerte carácter religioso, acorde a la época, sus poesías fueron adaptadas posteriormente a piezas musicales. Participó en el bando prusiano durante la guerra de liberación contra Napoleón. Un autor que apenas ha sido traducido al castellano, salvo un relato titulado La Estatua de Mármol -escrito en 1819-, sobre el que trata esta reseña. Un autor que ha sido considerado como el hacedor del paisaje alemán en la literatura, algo que se hace muy palpable en el relato que vamos a analizar brevemente a continuación.
La historia toma como protagonista a Florio, un joven noble, viajero y aficionado al canto, que está de paso por la ciudad italiana de Lucca, en plenos festejos, cuya nobleza gusta de las fiestas, los disfraces y los rasgueos de laúd acompañados de melodiosas tonadas. Por azares del destino se cruza con Fortunato, un famoso cantante que enseguida le presenta en sociedad, momento en el que conocerá a una belleza cautivadora, lo que le hace perder irremediablemente la cabeza por ella. Pero en uno de esos momentos de inspiración durante la noche cargada de pensamientos, sale al aire libre, en plena naturaleza de cielo estrellado, árboles oscuros y lagos espejados, para terminar su correría en un jardín desconocido, en cuyo claro, al pie de un estanque, yace una estatua dedicada a la diosa Venus, cuya visión le cambia profundamente.
Eichendorff nos introduce en un ambiente absolutamente romántico, con un especial hincapié en la naturaleza, en los árboles, jardines, rayos de sol, caídas de la tarde y crepúsculos. Una atmósfera que alcanza un grado onírico importante, dándonos la sensación de no saber a ciencia cierta si lo que vive Florio es producto de su imaginación o de su intenso amor por la muchacha. Es un relato de fina belleza que utiliza la música para exaltar los sentimientos, la situación o el ánimo soñador, además de reunir muchos de los elementos característicos de corte fantástico del romanticismo, con un desenlace que deberemos descubrir como lectores y que no diré para no estropear el sentido del relato. Una historia sencilla, bien escrita, que satisface como muchos otros cuentos de esta época, por su fantástica visión de las exaltaciones del espíritu, la armonía con la naturaleza, lo irreal, la leyenda. La naturaleza se convierte en un vehículo para expresar el estado del alma humana, como le sucede a Florio en una progresión gradual, desde el comienzo del relato, hasta que halla la estatua.
La Estatua de Mármol puede encontrarse independientemente en una edición que sacó Oñaleta a finales de los años ochenta, pero mi recomendación es la de hacerse con la antología Cuentos fantásticos del romanticismo alemán (2008) de Valdemar, que además de ese relato, pueden encontrarse otros muchos interesantes pertenecientes a ese periodo. Eichendorff es un autor que no conocía, lástima que no pueda encontrarse más de él salvo en lengua alemana.
2 comentarios
Este cuento me lo leí hace mucho tiempo; el problema es que apenas lo recuerdo. Creo que no me dejó un muy buen sabor de boca, pero claro, ahora, como tengo más conocimientos sobre el tema, seguro que lo leería con otros ojos y cambiaría mi opinión.
A ver si algún día me lo releo :)
Muy posiblemente. xD A mi me ha pasado con otras obras, que después de un tiempo le sacas más provecho, también películas.
Pero ojo que el cuento es sencillo, aunque tiene una profundidad que me gusta, más parecida a Ondina que no al de Schlemihl.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.