Lo primero de todo es dar el aviso de que el 10 de Marzo se dejará de emitir la televisión en modo analógico, y por tanto, la serie de "Águila Roja" tendrá que verse a partir de entonces mediante la TDT. Únicamente quedan tres capítulos para que pase esto, por lo que no pille a los espectadores desprevenidos.
Lo segundo que quería anunciar es el juego oficial de la serie, "Mi Águila Roja", juego multijugador gratuito producido por TVE, Globomedia y Be Great. Para poder disfrutar de él hace falta crearse un nick, introducir la cuenta de correo electrónico y listo, a jugar. Hace unos días se puso en marcha una especie de concurso en el que los mejores jugadores, los que vayan mejor en el ranking, podrán asistir a los platós de rodaje de la serie e incluso sería posible conocer a los actores. Más información aquí.
En cuanto al capítulo de esta semana, decir que ha sido sin duda alguna uno de los más truculentos hasta la fecha, sangriento y explícito. Por supuesto, la crítica/resumen contiene SPOILERS, como siempre.
Los muertos del cementerio de la villa comienzan de pronto a desaparecer, pero nadie saber quienes son los causantes de dichas desapariciones. Un hecho preocupante, pues los familiares acuden diariamente al lugar para honrar la memoria de los muertos, entre ellos Gonzalo y su hijo Alonso, quienes vigilan la tumba de su esposa y madre respectivamente para que su descanso no sea profanado. Esta preocupación por los seres queridos que ya no están con nosotros es uno de los temas principales dentro del capítulo, tema al que hemos de sumar el hambre que se padece en la villa y lo que ello ocasiona, algo relacionado con la presunta desaparición de los cadáveres. Esta repulsiva y denigrante acción se debe a que un grupo de malechores se están dedicando a saquear las tumbas y almacenar los cuerpos para un posterior despiece y consumo humano. Hecho repugnante, lo sé, de ahí que dijera al principio que se trate del capítulo más sangriento y brutal hasta la fecha, pues no solamente la acción lo es de por sí, sino que las imágenes lo acompañan. Montones de cadáveres en conserva cuelgan del techo mediante cadenas, ataúdes huecos y cuerpos en salazón nos muestran un horror, fruto del hambre que padece la población de la época y los oportunistas que tratan de hacer dinero con ello, aprovechando el infausto momento sin remordimiento alguno. Imaginaos el ingerir la carne de algún familiar... Horripilante.
Por otro lado, por fin aparece la Inquisición, algo que siempre se había tocado de pasada, aunque sinceramente, tal como se ha desarrollado, no sentimos un temor acuciante como debería haber sido, sino que el capítulo se muestra un tanto jocoso al respecto. El Sumo Inquisidor sí que emana cierto respeto, pero la trama que rodea su visita al palacio de la Marquesa está rodeado de torpezas y confusiones propias de una sobremesa y no de una preocupación propias del nombre del más alto de los inquisidores. Para más muestra, el Sumo Inquisidor precisa de una medicina para el corazón, y sin la que no podría vivir. Pero el modo previsible en que la criada Catalina rompe sin querer el frasco y el modo en que todo se resuelve (hecho que habría sido castigado con la muerte) me da la sensación de que no había una intención real de antemano de que la criada corriera peligro o el Inquisidor pudiera hacer alguna atrocidad propia de su fama. Eso, o el Inquisidor es realmente una mansa oveja, circunstancia a la que hay que sumar el que posiblemente la Inquisición no vuelva a aparecer en lo que queda de serie, pues en cada capítulo nos hablan de una miniaventura distinta, cambiando los ingredientes.
Sin embargo, la trama de la búsqueda del Comisario de los malechores que saquean los cadáveres sí me ha parecido correcta (se sospechaba de él en un principio, pero el hombre no se rebaja a esas cosas), así como la de Águila Roja por infiltrarse en el lugar en que trocean los cuerpos, lo que culmina en una buena pelea a golpe de espada y pistola. Pero falta alguien para completar el círculo con el tema de la Inquisición, que no es otro que el Cardenal Mendoza, personaje que está teniendo un protagonismo absolutamente relevante desde el comienzo de la temporada. Su intento de asesinar al Sumo Inquisidor oculta más de un motivo, y más teniendo en cuenta que ambos son amigos desde mucho tiempo atrás, con el Cardenal relegado a un segundo plano. Nosotros, como espectadores creimos que fue Martín, sobrino de Catalina y ahora criado en el palacio de la Marquesa, el artífice del intento de asesinato, pero las apariencias siempre engañan...
Cipriano el posadero continúa viendo a su mujer a lo lejos, pero nadie le da crédito, pues es bien sabido por todos que debe sufrir algún tipo de alucinación producida por su pérdida, ya que hace algunos capítulos se marchó dejando únicamente una carta y nosotros los espectadores la seguimos viendo en palacio, a bordo de un carruaje, en presencia del Cardenal... Falta desentrañar este misterio.
comentarios
Buah, la verdad es que a mi este capítulo es uno de los que más intriga me han causado, más que nada porque me gusta ver, entre otras muchas cosas, como utilizan a las distintas personalidades de la época como una buena ficción histórica, que es precisamente de lo que va la serie.
Es cierto que no es precisamente una serie que sirva para dar lecciones de historia, pero creo que aquí han conseguido hacer algo que siempre ha sido muy complicado para todos los jóvenes de hoy en dia, y es mostrar lo interesante que puede ser la historia de España y la gran cantidad de aventuras que puede prometer. Da igual que pongamos al Cardenal Mendoza, de la Casa de los Mendoza, en un año que no le toca y que se usen vestidos que no van con la época realmente. El tema es que es algo divertido, igual que podría serlo una partida de rol de Séptimo Mar.
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.