La quinta entrega de “Piratas del Caribe” no es precisamente el ejemplo a seguir para escribir una buena película de aventuras protagonizada por piratas y tripulaciones malditas que se resisten a morir.
Está claro que las películas de “Piratas del Caribe” no son una obra maestra del cine, pero tampoco son nada desdeñables si tenemos en cuenta el intento de rescatar —con éxito en al menos la mayoría de las tres primeras entregas— el sabor de las viejas películas de aventuras protagonizadas por curtidos espadachines, adustos piratas y terribles villanos. Pero con Dead Men Tell No Tales —o como se le ha llamado en España, La venganza de Salazar—, Disney se ha lucido al ofrecer al público un vacuo entretenimiento y una imitación de lo que ellos creen es un digno producto de aventuras. Porque La venganza de Salazar no es más que un innecesario y último estertor de una franquicia que cinematográficamente está muerta desde que nuestros ojos lloraron sangre y lágrimas con la adaptación de la novela En costas extrañas de Tim Powers, si es que se le puede llamar adaptación.
Si el guión de Jeff Nathanson y Terry Rossio pretendía volver a sacar una sonrisa a los aficionados al género de aventuras, su propósito no ha podido ser más contraproducente. No solo La venganza de Salazar es una mala película de aventuras, sino que Disney no ha sabido, o querido, camuflar o al menos diluir en agua el tema familiar que tanto mete con calzador en prácticamente todas sus películas. De acuerdo en que el tema relacionado con la familia lleva acompañando a la humanidad desde tiempos ancestrales, pero en La venganza de Salazar es demasiado evidente y prácticamente es lo único de lo que habla la película, salvo la venganza del susodicho Salazar que, dicho sea de paso, está muy bien interpretado por Javier Bardem aunque el trasfondo del personaje tiene menos interés y desarrollo que una aceituna en un bocadillo de mejillones —eso sí, mejor en versión original para escuchar expresiones en español—. Allá a lo lejos quedaron los tiempos de Davy “Caracalamar” Jones de El cofre del hombre muerto.
Los personajes, de tan poco definidos que están, no son más que una parodia de sí mismos, y eso que Jack Sparrow lleva siendo el recurso cómico marca de la casa desde el principio. Sin embargo, aquí el bueno de Jack no aporta absolutamente nada a la trama, y tanto da que aparezca como si no —eso sí, da cierta lástima porque como pirata no está precisamente en su apogeo—. Hasta el momento es la película donde Sparrow es menos el protagonista y sí un sidekick gracioso sin más función que la de acompañante, y no la de guía o antihéroe. Es además donde más veces hace el tonto, gracias a que La venganza de Salazar abusa de los estereotipos humorísticos que siempre recaen en la figura de Sparrow, incluso vemos gags repetidos de películas anteriores. El pobre capitán Hector Barbossa, posiblemente el mejor personaje de la franquicia gracias a la soberbia interpretación de Geoffrey Rush, es aquí una mera sombra de lo que fue, quizá debido a que el actor se ha cansado de salir en la franquicia o que Disney ya no tiene espacio de sobra para renovar el reparto y dar la sensación de que se introduce sangre joven tal y como hicieron Orlando Bloom y Keira Knightley en su momento.
Parece que Disney ha tratado de reducir el carisma de personajes icónicos como Jack Sparrow y Barbossa para no ensombrecer el protagonismo de los rostros jóvenes de la cinta, esto es, Brenton Thwaites —el hijo de Will Turner— y Kaya Scodelario —la hija de alguien, adivinad—, aunque al final quede como un ejercicio de ver de quién es tal o cual hijo y seguir dándole palos al tema familiar. O puede que ya estén cansados de ser piratas, como les ocurría a los de verdad antes de ansiar retirarse a una vida cómoda y no morir a la primera de cambio en un abordaje cualquiera. En cualquier caso, la maniobra tampoco les ha salido bien, porque igualmente los jóvenes salen incluso peor parados que los veteranos.
En definitiva, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es una película de aventuras deficiente, no tiene el carisma, épica y atractivo de las historias de piratas mezcladas con elementos fantásticos de las primeras entregas y por lo demás resulta anodina, con personajes poco definidos y carentes de interés y temas ya explotados como los piratas malditos que persiguen a los buenos —lo mejor sigue siendo el principio, aunque el robo esta vez es demasiado largo y excesivo—. El público infantil seguro que la aprecia más que las mentes adultas pasadas de rosca que ya no se sorprenden con facilidad, ya que al fin y al cabo ese no es el público objetivo de la cinta. Han pasado seis años desde el estreno de En costas misteriosas, y aunque el tráiler ya nos puso sobreaviso, en esta ocasión sí que se puede decir que la espera no ha merecido en absoluto la pena. ■
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