Título original: Pigeons from Hell.
Guión: Joe R. Lansdale.
Dibujo: Nathan Fox.
Color: Dave Stewart.
Edición: 120 págs, color. Dibbuks, julio 2013.
Precio: 12,95 € (rústica).
Traducción: Juan Torres García.
Temática: Terror.
Correlación: Independiente, basado en el relato homónimo de Robert E. Howard.
Siempre lamento que el género de
terror –uno de mis favoritos– no tenga más peso en el mundo
del cómic. Puede que sea por el estigma sobre los
cómics de EC y la estúpida polémica que terminó con la Comics
Code Authority (y que ahora se repite, parece, con los videojuegos).
O por las características del medio en sí; a mitad de camino entre la
literatura y el cine, ni deja tanto a la imaginación como el primero
ni es tan visualmente impactante como el segundo. Quizás este es el
problema, y quizás en el terror este problema se magnifique al ser
un género que a diferencia de otros busca la reacción visceral
constante; es posible que hacer buen cómic de terror requiera más
talento que el necesario para triunfar en otros campos.
Pese a esta escasez, hay obras muy
buenas que merece la pena conocer (tanto entre el cómic americano
como entre el europeo o el japonés), sobre todo cuanto más
retrocedemos en el tiempo.
Los muertos vivientes (The Walking
Dead), de Robert Kirkman,
From Hell, de Alan Moore,
Uzumaki, de
Junji Ito, las selecciones de cómics de “Creepy” y “Eerie”, o las
recientes antologías de “Flinch”.
Pigeons from hell forma
parte de
una nueva ola de terror que adapta clásicos literarios de
los maestros del pulp o de Edgar Allan Poe, con lo que ya de entrada dispone de
una base de éxito asegurada; su edición original americana corre a
cargo de
Dark Horse, una de las editoriales “alternativas” más
interesantes (entre otras, destaca su “Hellboy”, que también
suele usar temas de los Mitos de Cthulhu) y la que ahora nos ocupa,
la edición española, es obra de
Dibbuks, editorial con una línea
de publicaciones cada vez más interesante. La edición, por cierto, me parece muy cuidada, sin problemas en la traducción, y con una sección de notas y esbozos al final que siempre resulta interesante.
Pigeons from hell, de Joe R.
Lansdale, Nathan Fox y Dave Stewart se basa en el relato homónimo de
Robert E. Howard (conocido sobre todo por ser el padre de Conan),
considerado bastante unánimemente como una de sus mejores obras; si
a alguno le interesa, puede leerse en la estupenda antología Malos
sueños de la editorial Valdemar (que no debería faltar en
ninguna biblioteca), o en Los gusanos de la tierra, en su la colección “Gótica”.
En esta adaptación, los guionistas han
escogido algunas partes del original y las han adaptado a lo que se
suele pedir actualmente del género; más gore y más espectáculo,
potenciando el componente zombi que aún sigue de moda (gracias
sobre todo a Los muertos vivientes), todo ello ambientado en una
ruinosa mansión sureña afectada por una maldición vudú. El
resultado contiene muchos de los tópicos del género: empieza con un
grupo de estudiantes (siempre en grupo, así al ir muriendo se pueden
mostrar escenas variadas de descuartizamiento) que visitan un sitio
claramente poco acogedor y, antes que se den cuenta, se ven enredados
en una pesadilla de la que, como espectadores, ya podemos imaginar el
final. La formula es simple, pero si se usa tantas veces es porque es
efectiva y si se utiliza bien, puede dar historias muy entretenidas.
Hay mil formas de sazonarla, y el guionista procura usarlas; los
personajes no son del todo planos, hay diálogos ocurrentes y giros
sorpresa, y se logra establecer un trasfondo tan interesante como la
historia misma mediante breves flashbacks.
El dibujo acompaña; crudo, desgarbado, dinámico y sugerente; le hace justicia a los sombríos paisajes de
la plantación. Algunas escenas –el árbol del anciano vigilante,
la casa vista a lo lejos– son realmente impactantes; otras, quizás
un poco anti-climáticas–, los espíritus escondiéndose (cuyo diseño, por cierto,
parece inspirado en el manga-anime), pero no se
puede tener todo. Como adaptación, no me parece del todo
buena, pero es que soy un purista: siempre las preferiría literales,
y rara vez se puede transferir una historia concebida para un medio a
otro sin estropearla o cambiarla. En este caso han logrado lo
segundo, y me alegro.
por Nyarla
septiembre 23, 2013
comentarios
El relato original de Robert E. Howard es uno de mis relatos de terror favoritos, y es además uno de los que más ponen los pelos de punta (con una buen entorno, da miedo del bueno).
A mí me parece bien que en lugar de hacer un cómic que traspase a viñetas de forma literal lo que hay en el relato, se haya decidido hacer una cosa diferente, aunque con una premisa similar. De esta manera tenemos dos versiones distintas y la segunda es como un ejercicio de entretenimiento mejor. Si hubiera sido literal... no aportaría nada en realidad al conjunto, tan sólo dibujos y un sentimiento de terror que no conseguiría porque convertir la prosa de Howard en viñetas tal cual es el relato debe ser una tarea realmente difícil. :D
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.