Algún peldaño por debajo está el
asesino sin forma. Este adepto del puñal y el machete, cuyo rostro
es una máscara siempre cambiante. Hijo del hombre lobo, es más
bestia que hombre. A veces es Ghostface, Jason o Myers, pero antes fue
Jack. Trae una muerte sin sentido: no mata para comer, ni como
venganza; mata porque puede y porque le gusta.
Con él está la bruja, envejecida,
pasada de moda. Su perfidia no tiene límite. Se erige como enemiga
de todo lo instituido. Goza con la profanación de todo aquello
sagrado para el hombre o bajo la forma de la femme fatale,
del hombre mismo. A sus pies, un hombre gris, indiferente
y silencioso. Solo toma notas, solo asiente. Es un burócrata, un
administrador. Ordena las cifras en filas y hace que cuadren. Dice
que cumple órdenes, que solo juega su papel. Algunos le llaman
diablo, otros dicen que es el Mal. Solo es un hombre corriente.
En este panteón infernal
existe un
payaso: el bufón de la corte. Juega a imitar a sus mayores: pretende
ser una fuerza primordial, como el viejo Cthulhu. Ama al cuchillo
como el asesino sin forma. Como Drácula, sale a cazar de noche. Como
el Lobo, es instinto y fuerza bestial.
El bufón no se toma nada en
serio. Juega, cambia de nombre, de cara, de vida, cambia las reglas,
juega con su presa. Nunca con la fría implacable indiferencia de un
adulto, la del asesino enmascarado. Nunca, sino con la atenta
perversidad de un niño que mutila con amor metódico su juguete
favorito sin dejar un momento de reír. Así como en otros ambientes
más agradables un bufón busca la risa, el payaso de la corte del
miedo se recrea en el pavor. Muy especialmente cuando es el horror de
un niño; no por su inocencia —que no existe más que en leyendas— sino por su imaginación, un terreno fértil al lado del erial
que es la mente de un hombre maduro.
La imaginación es la aliada del
miedo, su semilla: y el bufón sabe cultivarla para que dé frutos
terroríficos.
A veces el bufón es solo la locura: a
veces es Loki, en los antiguos mitos, el embaucador. O Seth, el
portador del caos en el Egipto faraónico. A veces es Freddy,
acechando en vuestros sueños. Y a veces, pintando en su cara una
gran sonrisa. Su nombre es Pennywise.
Así que dejémonos de preámbulos: a
Pennywise hemos llegado, de Pennywise vamos a hablar. El icónico
Pennywise, el hijo más dotado del fértil Stephen King.
Stephen King, padre de monstruos
Stephen King inscribió su nombre entre
los grandes del género un día cualquiera de 1974, cuando
Carrie
salió de la imprenta. Aquella novela tan corta que bien podría ser
un relato hinchado se convertiría en un clásico tanto del terror
escrito como del cinematográfico. Aquel primer éxito podría haber
sido el último, como les pasa tan a menudo a los artistas. Pero
lejos de limitarse a un
one hit wonder, King dominó una
década prodigiosa con un éxito tras otro, a un ritmo vertiginoso:
El misterio de Salem's lot (1975),
El resplandor (1977),
Rabia
(1977),
Apocalipsis (1978),
La larga marcha (1979) y
La
zona muerta (1979). Empezó a desacelerar en los ochenta con
Cujo
(1981),
Cementerio de animales (1983),
It (1986) y
Misery (1987). En los noventa publicó su última gran
novela, de título casi profético:
Desesperación (1996). La
que sentirían sus fans durante los siguientes veinte años de
fiascos y mediocridad. Y no lo digo yo: engendros como
Buick 8, un
coche perverso,
Corazones en la Atlántida,
Cazador de
sueños,
Doctor Sueño o
La cúpula hablan por si
solos.
Su edad dorada va por tanto de mediados
de los setenta a principios de los noventa: y en este período
produjo más que suficiente material como para asentarse para siempre
en el trono del terror del que nadie le despojará mientras viva.
Podríamos discutir sobre cual es la
mejor novela de esta edad dorada: podría serlo Carrie, El
resplandor, Cementerio de animales o Misery;
cualquiera de ellas merece el título. Todas forman parte del mito,
de este universo literario tan extenso obra de un solo hombre. Cada
una de ellas tiene su propia magia, cada una es representativa de su
autor. Representativa, por lo menos, de una parte de King: es difícil
que un solo libro condense todas las características (virtudes y
defectos) de su autor, su quintaesencia.
¿Y cual es la quintaesencia de Stephen
King?
Terror americano: poca sutileza, ir
directo al grano. Entretenimiento: literatura fácil que se pueda
devorar. Personajes cercanos al "hombre de la calle"; comunidades
pequeñas y aisladas, explorar sus dinámicas sociales. Amenazas
ajenas a lo humano, sí, pero también terror cotidiano. El del matón, el loco, el fanático. La madurez: el paso entre una infancia real o
metafórica a una adultez responsable. El estudio acerca del miedo en
sí y cómo afrontarlo. La predestinación, la reiteración
incluso.
En otras palabras, la quintaesencia de
King es IT.
Y así, It es —en mi opinión— quizás no la mejor novela de King, este es otro debate: pero sí
la que encarna mejor su estilo, intereses y grandes temas. Y
como además resulta que It estará en 2017 de
actualidad, gracias a la nueva adaptación a la gran pantalla dirigida por Andrés Muschietti, es un
buen momento para recordarla y analizarla un poco.
It: una historia a dos tempos
En la pequeña ciudad de Derry algo
despierta cada treinta años, heraldo del terror, la muerte y el
caos. Es un ser sin forma, y a la vez, multiforme: una criatura de
pesadilla que se nutre del dolor y el miedo. Sus víctimas favoritas
son, como decía, los niños, y a finales de los cincuenta empieza un
nuevo ciclo, atrapando entre sus engranajes al pequeño George.
George podría haber sido una víctima
más en el largo historial de la criatura que habita bajo Derry de no
ser por su hermano mayor, Bill. Bill ha perdido a su hermano: algo lo
ha devorado. Una fuerza que ahora tiene la mirada puesta en él: y en
sus amigos, Los Perdedores.
Pero Los Perdedores, unidos por el
azar, acostumbrados a huir, maltratados por todos, deciden trazar una
línea: no van a morir. No serán presa de Eso que quiere acabar con
ellos. El azar les ha unido, pero la unión es lo más grande que
nunca han experimentado: lo bastante grande como para transformarles
en algo que no puede ser sometido, que no se rendirá ante el terror.
Así, Los Perdedores, un grupo de
seis chicos y una chica, se convierten en la némesis de IT. Para
ello indagan en su pasado; se le enfrentan en mil pequeñas batallas,
llegan a conocer a la criatura. Miran al abismo, el abismo les
devuelve la mirada y le escupen en un ojo. Al final, logran
derrotarla. O eso creen, porque pasados treinta
años se inicia un nuevo ciclo. Los Perdedores ya no viven en Derry: son adultos de éxito en sus respectivas profesiones. Han enterrado
todo aquello que sufrieron de niños en lo mas profundo. Y habría
sido fácil dejarlo allí, hacer oídos sordos cuando la evidencia
les demuestra que ha vuelto a empezar. Sin embargo, sienten que es su
responsabilidad, y en contra de todo pronóstico parten otra vez
hacia Derry para enfrentarse al corazón de las tinieblas y, esta vez
sí, destruirlo.
Esta es, entonces, la estructura básica
de la novela:
un mismo grupo de protagonistas, un mismo grupo
antagonista, una misma guerra cuya primera batalla se libra en el
terreno de la infancia y termina en el terreno adulto. Ambos tiempos
están entrelazados casi desde el principio, cambiando a uno u otro
según convenga. La mayor parte de la narración transcurre, sin
embargo, en la infancia de los protagonistas.
“La narración de It es un rico mosaico que permite desarrollar cada personaje, introducirnos en sus peores miedos.”
Esta es una forma muy ambiciosa —para tratarse de de King, que no suele buscar muchas sofisticaciones— de plantear las cosas, y más cuando estamos jugando con nada
menos que una docena de personajes principales, entre protagonistas y
adversarios. El autor logra hacer malabarismos con todos los elementos y darnos una gran novela. Y eso lo tenemos claro desde el
principio: King abre con la secuencia de la muerte de George, y es
uno de los mejores inicios no ya de su obra, sino de la literatura de
terror moderna en general.
La muerte de George marca el tono de lo
que seguirá: no hay concesiones, no hay cuartel. Nadie está a
salvo, allí abajo todos flotan. Lo que sigue, la paulatina
convergencia de Los Perdedores en un solo grupo es un engranaje
preciso: cada una de sus historias es única. Cada uno de ellos ha
visto una cara de IT, cada uno ha sobrevivido, y la experiencia les ha
conducido justo al punto donde cruzarse con otro de los
supervivientes. El que casi simultáneamente leamos sobre la versión
adulta y la infantil de un mismo personaje nos ofrece una visión de
conjunto perfecta, enriquece la experiencia y crea la sensación de
conocerles a fondo. Así, cuando vemos a Bev casada con un sujeto
como Tom Rogan entendemos el por qué sin necesidad de que se nos
explique. Es la evolución natural (desgraciadamente) de la Bev niña.
En resumen, la narración de It
es un rico mosaico que permite desarrollar cada personaje,
introducirnos en sus peores miedos, darnos una pincelada de su vida
privada y de su singularidad. King ya había usado este tipo de
narración un poco a lo novela río (donde el foco va saltando de un
personaje a otro, pintando una visión de conjunto por separado hasta
que confluyen) en obras anteriores, como Apocalipsis, pero en
It es donde la lleva a la perfección.
Los personajes de It
Estos son nuestros protagonistas: Los
Perdedores.
King tiene muy buena mano con los personajes infantiles:
mejor quizás que con los adultos. Cuando nos describe a Bill el
Tartaja, Bev, Richie, Ben, Eddie, Mike y Stan lo hace de un modo tan
vívido que no solo creemos conocerles. Además, queremos conocerlos, y los entendemos. Tienen complejos, miedos, esperanzas, debilidades. Son frágiles y fuertes a la vez: entendemos
de donde vienen, y tememos por donde van. Si, King tiene buena mano
con los niños protagonistas, como ya había demostrado con
El
cuerpo (que se adaptaría a la gran pantalla como
Cuenta
conmigo, una de las mejores películas de
coming of age
que este redactor atesora). Cuando adultos, es inevitable que este
bagaje juegue en su favor: ya
son personajes multidimensionales, y
solo hay que dejar que evolucionen. Intuir el cómo se habría
desarrollado Bill, cómo lo habría hecho Richie. Son tan reales,
cuando niños, que uno puede imaginar su versión adulta.
Como protagonistas, Los Perdedores son
una elección acertadísima. Primero, porque como decía son
creíbles, y despiertan empatía. Y segundo porque a nivel simbólico
representan el opuesto exacto a la criatura. Esta es una sola; ellos
son un grupo. Esta es un ser antediluviano: ellos son niños. La
criatura vive del miedo: ellos son niños, y marginados, y como
tales, viven con miedo cada día. Miedo a lo que desconocen, que es
mucho; miedo a los matones, que en Derry son particularmente
terribles. Miedo en casa, los que pertenecen a una familia
disfuncional. Miedo al fracaso, al ridículo. Miedo al futuro. Pero
es un miedo que existe como fondo: tan interiorizado, constante y —comparado con el que provoca IT— de baja intensidad que actúa
como vacuna. Donde un adulto se paralizaría de terror, ellos saben
sobreponerse. Gracias, al final, a la amistad: un concepto azucarado
que, sin embargo, King nos sirve desprovisto de artificio e
infantilismo.
Y cuando los protagonistas han crecido,
siguen siendo la elección óptima por razones distintas: ahora son
adultos, pero adultos forzados a enfrentar otra vez las pesadillas de
su infancia. A diferencia de tantas otras obras de terror, no se
dedican a luchar contra el mal por amor a la justicia, a la ciencia,
a la verdad o simplemente por encontrarse en el peor sitio en el peor
momento. Lo hacen porque es su deber, pero sobre todo porque es su lucha,
su venganza contra un viejo enemigo. Es algo personal.
En el otro extremo del espectro está
la cosa: IT.
Eso que repta bajo Derry. En cierta forma, explica King,
IT es Derry: su existencia milenaria ha moldeado, con el paso
de los siglos, la misma ciudad.
El toque de IT está por todas
partes: a lo largo de la historia, su influencia corruptora ha hecho
de Derry un sitio oscuro, desagradable. Decadente. En Derry —dicen— reina una atmósfera malsana; representa lo peor del sueño
americano. Pobreza, racismo, homofobia. Derry es el campo de juegos
de la criatura.
Repasando la historia de la literatura
de terror
hay pocos personajes tan cautivadores como Pennywise. El
payaso —demasiado complejo para etiquetarlo como "payaso
asesino"— es histriónico, es inquietante.
Es el mayor villano que
King ha creado jamás. Más cruel que Misery. Más peligroso que los
vampiros de
El misterio de Salem's Lot. Más terrorífico que Jack. Más
violento que Cujo sumido en su locura. Y por supuesto, infinitamente
más impactante que la patética criatura conocida como Rey Carmesí
que King intenta vendernos como el mal definitivo en su saga de "La torre oscura.
“Hay pocos personajes tan cautivadores como Pennywise. Es el mayor villano que King ha creado jamás.”
Desvelando algunos de los secretos de
la criatura sabemos que Pennywise es únicamente una de
las formas que puede asumir IT, quizás su favorita, e ideal para la
misión que emprende en el inicio del libro. Es un payaso, algo
destinado a divertir a los niños, torcido y convertido en su peor
pesadilla. Una pesadilla personalizable, capaz de adoptar la forma
que más pavor inspire en su víctima. Envuelta y paralizada en las
hebras del miedo será presa fácil. IT actúa como una araña; y por
supuesto, en su forma final King le da exactamente este aspecto. Una
idea genial.
Pero Pennywise no es el único villano
de esta historia, he aquí otra genialidad de King. Recordemos parte
de lo que define al autor: busca el mal fuera de la humanidad cuando
hace falta, pero sin olvidar el que anida en su corazón. Si, IT es
una amenaza ajena, un predador que no tiene nada de humano. Por eso
mismo en el fondo no se le puede odiar: ¿tiene sentido que un ratón
odie al gato? ¿Puede la hormiga odiar al que la aplasta? La
diferencia de escala es demasiado grande, y en cualquier caso, IT
solo obra según su naturaleza.
Los matones son otro tema. Henry Bowers, Victor, Belch y Patrick son humanos, chicos no mucho mayores que Los Perdedores. Su crueldad deja sin aliento, es
innecesaria y sin embargo allí está. Es otra clase de monstruo, uno
que conocemos. Allí donde IT representa un miedo abstracto, que
conocemos a través de la literatura y el cine, Bowers y su grupo son
un miedo real: uno que muchos hemos experimentado. Quizás de niños,
cuando éramos víctimas sin entender el por qué. Quizás de
adultos, cuando alguien ha abusado de su poder para humillarnos. Es
el temor a los lobos que se ocultan entre el rebaño.
Si, Bowers y su grupo son seguramente
mucho más peligrosos que un matón corriente de instituto. Pero es
que viven en Derry; en Derry todo está torcido. Junto con IT, aíslan
completamente a Los Perdedores: en lo salvaje, los bosques y solares
vacíos de Derry, les persigue la criatura. En la escuela y en las
calles los matones. Nadie los protege, porque los adultos “normales”
están ausentes en esta historia (un reflejo, y me repito, muy
acertado del como a menudo el adulto ignora todo acerca de la vida
real del niño). Así no les queda más remedio que defenderse por si
solos.
It, detrás del mito
La criatura se esconde bajo Derry. ¿Qué
se esconde tras la criatura? ¿De donde proviene? Stephen King no se ha extendido nunca
demasiado acerca de las fuentes de inspiración detrás de IT. Cuenta, sin embargo, que la idea original le surgió tras caminar
sobre un puente y recordar la vieja leyenda según la cual bajo
algunos puentes se esconden trolls que pueden devorar al incauto
viajero.
Esta es, en efecto, una premisa que tras mucho desarrollo
nos lleva a la situación básica de Derry. De hecho, sucede algo así
casi literalmente muy cerca del principio de la historia, cuando un
hombre cae en el río, cerca de un puente, y allí le espera IT. Bajo
la ciudad yace la criatura, y puede surgir en cualquier momento para
comerse a algún viandante con mala suerte. Esta es la base que ha
admitido King. Yo voy a añadir otra: el hombre del saco. Otro cuento
infantil, aún más pertinente, un ser de aspecto desconocido que
acecha en la oscuridad dispuesto a aprovechar cualquier descuido para
llevarse a los niños. Puro terror, y exactamente la mecánica que
sigue IT.
Stephen King exploraría el mismo mito en su relato “El
Coco” (incluido en la antología El umbral de la noche,
publicado en 1978, con diferencia una de las historias más
escalofriantes del autor). Me sorprende que no se tenga en cuenta
este relato más a menudo como el referente obvio tras la creación
de IT.
Pero esto es la base del
comportamiento, el modus operandi de la criatura. ¿En qué se
basa Pennywise, su forma más conocida? Bien, King siempre ha
afirmado que únicamente en Bozo (un payaso televisivo de los
sesenta) y Ronald McDonald. Pero los fans, que no dejan pasar una,
señalan una coincidencia mucho más siniestra: John Wayne Gacy, uno
de los asesinos en serie más prolíficos de la historia reciente.
John Wayne Gacy, ¿detrás de Pennywise?
A John Wayne Gacy se le atribuyeron la
tortura y asesinato de por lo menos treinta y tres niños y
adolescentes. Solía interpretar un payaso llamado Pogo en fiestas
infantiles, por lo que la prensa lo apodaría "Killer Clown".
Bajo los cimientos de su casa —
"ahí abajo" un tema recurrente en
It. Bajo
las casas, tras las paredes—
se encontraron los cadáveres
de veintiséis de sus víctimas.
Es comprensible que King no admita una
conexión tan siniestra. Por muy terrible que sea Pennywise, sigue
siendo ficción. Asociarlo con un ser como Wayne Gacy puede ser
demasiado para cualquier autor. La grandeza de Pennywise como villano
quedaría empañada por una ducha fría de realidad. Lo innegable,
sin embargo, es la coincidencia en tema y fechas. Gacy como Pogo, un
payaso, que resulta ser todo lo contrario a lo que representa y
esconde una personalidad asesina. El juicio de Gacy, a principios de
los ochenta: It saldría de la imprenta seis años después de
que se dictara sentencia. Un caso de tal envergadura (que se saldó
con doce condenas a muerte), con mucha cobertura mediática,
difícilmente podría haber pasado desapercibido al autor de Maine. Consciente o inconscientemente, parece evidente que Gacy tuvo un
gran peso en la creación de Pennywise.
Pero seguramente hay otras influencias
que podemos rastrear. Una que se me ocurre es Gwynplane, una de las
criaturas más trágicas de la literatura francesa. Protagonista de
El hombre que ríe de Víctor Hugo, Gwynplane era un pobre
chico a quien de pequeño desfiguraron, dándole a su cara un rictus
permanente semejante a una sonrisa. Ya adulto se le presuponía una
disposición alegre cuando, en realidad, su eterna sonrisa ocultaba
un alma atormentada, una vida triste. El hombre que ríe fue
adaptada al cine en 1928, con Conrad Veidt en el papel de Gwynplane.
La actuación de Veidt, su caracterización, fue tan extraordinaria
(y tan siniestra) que parió un hijo que se convertiría en uno de
los mayores iconos del mundo del cómic: el Joker, eterno enemigo de
Batman.
Aquí tenemos entonces un individuo que
con una cara peculiar, con la sonrisa permanente, llega al escenario. Su vida es el entretenimiento, pero la sonrisa oculta otra cosa: una
vida trágica. Tristeza. Lo opuesto a lo que la sonrisa representa. Esta duplicidad es la misma en que se
basa King. Quizás es un poco rebuscado, pero me parece que
DC rescató el aspecto del personaje de Veidt, y lo convirtió en un
payaso asesino. Y King sacó la dualidad —
"lo que ves no es
siempre la verdad"— y la usó de base para su payaso asesino.
“En cuanto al concepto del mal cíclico ciertamente no es nuevo ni es invención de King. Pero It contribuye a popularizar el concepto.”
Pero tenemos aún otra base para It
que es interesante considerar; Fantasmas de Peter Straub (1979). La premisa nos resultará familiar: arranca con un
grupo de amigos, ya ancianos, que se reúnen periódicamente para
contarse historias de fantasmas. Un buen día uno de ellos fallece, y el resto empieza a soñar con su propia muerte. El recuerdo de una
mujer a la que asesinaron hace años les persigue. Pero ¿era una
mujer corriente la que mataron? El libro de Straub —excelente, por
cierto— aprovecha la idea del personaje que se enfrenta a un mal
que ya combatió de joven: el terror que evoca tener que enfrentarlo
otra vez es supremo.
En cuanto al concepto del mal cíclico
ciertamente no es nuevo ni es invención de King; la novela de Straub
que comentábamos ya lo usaba, y es un tema recurrente en muchos
cuentos y leyendas. Pero It contribuye a popularizar el
concepto y desde entonces se ha convertido en un elemento común del
terror, en especial el cinematográfico: el mal que despierta cada X
tiempo y debe ser aplacado, o sencillamente soportado hasta que
vuelve a invernar. Un ejemplo, la película Todavía estamos aquí (2015), bastante entretenida.
Adaptaciones de It
1990 (miniserie)
La práctica totalidad de la obra de
King, novela y relatos, se ha adaptado a la televisión y al cine; en
algunos casos, varias veces. Uno de los casos más extravagantes es
el de Los chicos del maíz, que de un relato de menos de cien
páginas se convirtió en una franquicia de terror de nada menos que
diez títulos (por ahora).
It no sería una excepción. La
complejidad del libro, con su salto temporal y la abundancia de
personajes requirieron algo más que un telefilme y aparentemente
algo menos que una gran producción a lo El resplandor de
Kubrick: se convirtió en miniserie. La ABC la emitió en dos
episodios las noches del 18 y el 20 de noviembre de 1990.
Aún limitada por un presupuesto
reducido la producción resultó ser sorprendentemente buena,
destacando sobre todo las actuaciones, por encima de todo la de Tim
Curry como Pennywise. Tremendamente expresivo aún con el maquillaje,
con ese tono entre burlesco, tentador y siniestro. Su caracterización del payaso asesino
sería a Pennywise lo que Sir Christopher Lee fue para Saruman:
imposible imaginar otra. Al parecer su aspecto característico
(frente despejada, que recuerda a un cráneo desnudo), sonrisa amplia (que rápidamente muta en dientes como agujas) lo basaron en gran
parte en El fantasma de la ópera de Lon Chaney. Curiosamente —salvo algunos detalles
menores y omisiones, inevitables cuando se adapta un libros de algo más
de mil páginas— la miniserie es bastante fiel al libro,
restándole eso sí varios grados de gore, sexo y demás elementos
poco policorrectistas.
El reparto tiene encima la losa de la
comparativa con el de la miniserie. El casting de Bill Skarsgard
como Pennywise ha levantado cierta controversia en la red: quizás
demasiado joven, con poca experiencia, parece poco probable que
consiga lo que Heath Ledger hizo con el Joker: que olvidemos la
versión de referencia anterior. Lo más controvertido ha sido la
foto promocional del actor ya caracterizado como Pennywise: su
aspecto es acorde a los tiempos. Tonos más apagados, ropajes y
gorguera que le dan un aire un poco burtoniano, un maquillaje
siniestro ya de por sí. Es difícil juzgar por una foto
promocional, sin verlo en acción, sin ver —si acaso la tiene— su cara más amable, el Pennywise tentador.
Del casting infantil no conozco a
ningún actor salvo a Finn Wolfhard, quien interpretaba recientemente
a Mike Wheeler en Stranger Things. Me gustó su trabajo, y
creo que puede ser un Richie Tozier memorable: ¿mejor que el Seth
Green de la miniserie? Hasta aquí lo que sabemos que va a
ser la película. Pero ¿qué podría haber sido?
Y aquí es donde entra Muschietti. Es
de suponer que encajando con lo que busca el estudio: algo más
convencional, menos enfermizo. Mal vamos. Sobre todo cuando leo lo
siguiente en relación a la localización principal, Port Hope: "Port
Hope es el tipo de lugar donde todos soñamos haber crecido. Largos
veranos en bici, paseos junto al lago, una bonita calle principal,
encantadoras casas con jardín, gente cálida". ¡¿En serio?!
¿Algo de esto suena a Derry? Derry es todo lo contrario: pero según
Barbara Muschietti —hermana del director y encargada de producción— Port Hope ofrecerá un entorno idílico que servirá de contraste
a los terribles sucesos que rodearán a los protagonistas. En otros
casos podríamos tragarnos el argumento, pero no en It. Derry
tiene que ser la Derry del libro: un sitio decadente, estancado y opresivo. La atmósfera de Derry la que acogota a sus habitantes
y los hace presa fácil de la criatura. La misma ciudad a nivel
metafórico es IT: corroe, corrompe y uno solo puede esperar huir de
ella. ¿Cómo puede ser Derry un sitio paradisíaco con una criatura
maligna ancestral durmiendo en su subsuelo, despertándose cada
treinta años?
No tengo grandes perspectivas para esta
adaptación. Es malo generalizar, pero hay que huir cuando es el estudio el que
manda e impone su visión por encima de la de un guionista/director
con signatura.
Tanto si estáis de acuerdo como si no,
lo que sí me parece indiscutible es que es la más
representativa, y por ende la mejor para que quien desconozca al
autor se adentre en su mundo. Olvidémonos por favor de "La torre
oscura", si hay que recomendar King, algo que resuma la obra de su
vida, la elección es It.
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Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.