Dejad vuestras reservas aparcadas los que, inspirados por cientos de insustanciales shōnen, aborrezcáis el manga; apartadlas los que hartos de zombies y vampiros busquéis en la ficción algo más inspirado: ha llegado Tokyo Ghoul. El pasado 20 de marzo Norma Editorial publicó el primer tomo, más que suficiente como para cautivar a cualquiera y dejarlo rogando y desesperado por una dosis mensual asegurada. Tokyo Ghoul de Sui Ishida, es un seinen (manga para adultos) fuera del común incluso para los elevados estándares de los seinen. Un rápido vistazo a sus virtudes más superficiales nos indica que tiene todos los ingredientes del éxito: acción (ponderada, dosificada y cuando toca, y sin alargarse demasiado), intriga (que se mantiene y consolida a medida que avanza la trama) y personajes con carisma que a diferencia de otros tantos evolucionan y resultan creíbles.
Todo esto es lo más básico que se puede decir sobre Tokyo Ghoul; y aún siendo básico no resulta fácil encontrarlo ni en el cómic (de cualquier nacionalidad) ni en cualquier otro producto de ficción. ¿La razón? Pérdida de coherencia. Lo que empieza con una intención clara muy a menudo pierde el rumbo, se diluye y al cabo de unos tomos —¡o capítulos!— uno se encuentra leyendo otra cosa. Puede deberse a un cambio en los intereses del autor o a presiones editoriales, o a un público que deja de ser receptivo. El resultado es el mismo, una obra que dejando de lado que sea buena o entretenida o no lo sea, no tiene coherencia interna. En este error, en este vicio, no cae Tokyo Ghoul.
Pero hagamos un corte más profundo. ¿Qué más nos puede ofrecer Tokyo Ghoul? Por un lado, tenemos una premisa aparentemente simple: en Tokyo —y podemos suponer que en el resto del mundo— los humanos conviven con los ghouls, seres con su misma apariencia que se alimentan de personas. Simple, y muy visto, ¿no? Pero la gracia de una historia, de cualquier historia, no es tanto lo que cuenta sino como se cuenta: y aquí este manga sobresale. Y de qué manera. Olvidaos de los vampiros planos y aburridos de True Blood, de los zombies, de los insulsos infectados. Desechado queda el maniqueísmo. En Tokyo Ghoul no hay buenos ni malos. No se trata de "humanos contra ghouls", simplemente como en una situación de survival en que depredadores acechan a sus presas ni es un escenario del fin del mundo derivado de una plaga inhumana. Esto es un manga que explora el existencialismo: dos razas que conviven sin entenderse, sin querer comprenderse, sometidas a sus más bajas pasiones.
Unos y otros, humanos y ghouls, sometidos y manipulados por el destino y las acciones de terceros en la sombra. Ken Kaneki, el protagonista, apasionado de la lectura que no ambiciona nada más que el llevar una vida normal, se ve arrastrado a este mundo y sin ninguna posibilidad de elección acaba convertido en un nexo —quizás el único nexo— entre ambas razas. ¿Por qué tan raramente se ha explorado el momento de la metamorfosis, cuando es el más interesante? El momento en que se abandona la humanidad para convertirse en otra cosa. Cuando se toca este tema se plantea como un dilema que se supera rápidamente o se soluciona con algo tan basto como el eliminar el raciocinio de la ecuación: un zombie no se plantea nada ni lamenta su estado porque no tiene mente; un humano no se puede convertir en ghoul —en el manga que nos ocupa— porque hablamos de razas separadas: pero es lo que le pasa a Kaneki, y el descubrir como asumirlo y el explorar su nuevo mundo ocupará buena parte de este manga. ¿Podrá renunciar a su anterior vida, a su sistema de valores para adaptarse al violento submundo de los ghoul, a su propia renuencia a aceptar sus nuevas necesidades vitales?
Ante todo estamos frente un manga realista: Kaneki se comporta como seguramente haríamos la mayoria. Y esto es lo más efectivo, este es al final uno de los grandes temas de esta historia: gente, sean ghouls o humanos, que simplemente intenta encajar, sobrevivir al día a día. Esto nos los acerca y crea empatía. Y se llega a querer a estos personajes y la injusticia a la que están sometidos permanentemente, a la crueldad de su condición que les urge a convertirse en bestias devoradoras de carne cuando solo quieren ser normales. Y cuando se ha conseguido esto, cuando tienes a un lector auténticamente interesado en lo que le pase al personaje, ya tienes media batalla ganada. Dejemos que la otra media la conquiste la solidez de la historia.
No nos olvidemos del apartado gráfico; el dibujo de Ishida es perfecto, nítido y sensible excepto cuando la violencia —física o mental— requiere otra cosa: capaz de la mayor expresividad y acertadísimo en el diseño de personajes —el Kaneki enmascarado es alucinante—. Un dibujo así es necesario para acompañar a los personajes en los profundos debates internos en que se embarcan y poder tocar al lector transmitiendo la dureza de su condición, del peso de la culpa o de su ausencia, de sus elecciones, de la profunda tragicomedia que supone su existencia, de su soledad. Tokyo Ghoul es más slice of life que manga de batallas, pero tampoco os dejéis llevar por mi verborrea acerca de su vertiente psicológica: hay acción (bien llevada, y francamente trepidante), humor y amor, y tan bien ejecutado como todo lo demás; y una mitología detrás que hace aún más atractiva la cosa. Uno no se limita a leer una historia que empieza cuando coge el tomo: se cae en algo que está en marcha y tiene vida propia, se extiende más allá de una sola línea argumental. Todos —el intendente del café, los camareros, los nuevos amigos y enemigos de Kaneki— tienen sus historias que ya iremos descubriendo.
Tened en cuenta también que en su realismo Tokyo Ghoul es en ocasiones muy gore, y que Ishida no se corta nada al mostrarlo mediante el dibujo. Comentar finalmente que estamos ante una serie mas o menos finalizada: consta de 14 tomos que ya han sido adaptados al anime en dos temporadas (la primera de ellas excelente) y que, al finalizar, batieron a Naruto (que también había terminado el año pasado) en una encuesta entre lectores japoneses bajo la premisa "Mejor manga terminado en 2014". No es que Naruto y Tokyo Ghoul tengan nada que ver, porque son diametralmente opuestos en todos los sentidos, pero no es poca cosa que se venza a Naruto —el Dragon Ball de la nueva era— en una encuesta que al final es de popularidad. Tras finalizar Tokyo Ghoul, Ishida arrancó con Tokyo Ghoul:re, una secuela que está actualmente en marcha. Haceos un favor: visitad vuestra librería de cabecera y haceos con este tomo. Si no sois lectores habituales de manga, este es un buen momento: Tokyo Ghoul concentra las mejores virtudes de este tipo de cómic sin ninguno de sus defectos; no focaliza un solo punto (acción, amor, terror o intriga) pero los tiene todos. Dadle una oportunidad, y si se la dais, no podréis evitar devorar esta serie.
Norma Editorial. Rústica con sobrecubierta, 224 páginas en B/N, 8 €.
4 comentarios
He leído unos cuantos capítulos (2 ó 3 tomos) y me gustó bastante. A ver si lo sigo. Gracias por la reseña
Soy muy exigente con el manga- Tengo unas cuantas normas, siendo la primera de ellas: si veo fanservice, no lo leo. Si una historia tiene que incluir tetas para atraer, entonces está claro que fracasa como historia. Por eso no me gustan los shonen como Fairy Tail o Blood Lad, y prefiero los seinen. Y Tokyo Ghoul es uno de los mejores que he leído, estando a la altura de Berserk o Gantz. Me alegro de que haya llegado a España. Y la escena de la transformación psicológica de Kaneki, cuando se le pone el pelo blanco, deja los pelos de punta.
en cuanto a construcción de personaje creo que este manga es simplemente de lo que no hay. Hace años que una historia anime no me emocionabaa este nivel, ya que me identifiqué tan profundamente con el prota que cuando ya iba por el capítulo 100 se me hizo un calvario seguir leyéndolo. Tiene escenas que son, a la vez, preciosas, sufridas y terribles. En cuanto a la psicología de los personajes yo lo premiaría, pero a ratos la historia se me perdía o no era lo que yo esperaba ver. Espero que el autor o autora sea de esos que tienen clara la película desde el inicio, y no se deschabete por el camino, confío en eso porque ahora no sabría decir para dónde va la trama. A todo esto, sentí en el manga cierta influencia de dorohedoro y las crónicas vampíricas cuando lo empecé a leer, ¿será idea mía?
@Geek furioso, completamente de acuerdo en todo lo que dices excepto cuando mencionas Gantz. Para mi Gantz es exactamente la muestra perfecta de lo que comentaba de falta de coherencia interna. A partir de cierto punto pierde completamente el rumbo, divaga: y cuando lo recupera se saca de la manga una "solución" que me parece un poco torpe y no muy satisfactoria. A parte de que de Fanservice Gantz va sobradísimo, aunque supongo queda atemperado porque el resto es más serio...
Hace mucho tiempo que no oyes el suave sonido de la pluma rasgando el pergamino, así que busca en la estantería más cercana y recita los versos apropiados, pero sé cuidadoso o terminarás en la sección prohibida. ¡Por Crom! Los dioses del acero te lo agradecerán.