La homosexualidad en la literatura de fantasía es uno de los recursos habituales, y la prueba está en que hay muchos ejemplos notorios dentro del género.
La palabra “normalidad” es a veces una palabra disonante y nunca nos ha gustado demasiado en el colectivo LGBT (siglas para designar a las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). Parece implicar “homogeneización” y el hecho de que haya gente a la que podríamos considerar normal y gente que no encaja en tal definición pero aspira, o debería aspirar, a encajar. Es una idea triste, y tristemente más extendida de lo que parece: a su alrededor giran muchas de las críticas al
Pride —que ahora celebramos— tanto desde dentro como desde fuera. A menudo vienen a decir que uno puede ser lo que quiera y expresarse como quiera siempre que no se note demasiado, en la intimidad del hogar. Las críticas a una carroza de
Drags —“dar mala imagen del colectivo”, “fomentar estereotipos”— raramente las encontraremos aplicadas a otras actividades tales como las que siguen a la victoria de un equipo de fútbol o las que llenan las calles en Semana Santa, y menos desde sus propios participantes. Debe ser que las orquestan colectivos menos acomplejados que el nuestro.
Es aquí donde entra el Orgullo:
para quitarse los complejos se recomienda dejarse ver en un despliegue vitalista que afirme la existencia de otras formas de vivir y amar que escapan de la visión tradicional. Visibilidad y reivindicación son, han sido y deberían ser, los dos puntales del evento, que a veces flaquea decantándose por lo comercial y olvida su espíritu original.
Es esa palabra y en este contexto, “visibilidad”, la que prefiero a “normalidad”. El
Pride es un ejercicio de visibilidad: es un "aquí estamos, formamos parte de la sociedad". Y del mismo modo, uno aspira a que un ejercicio similar se extienda al arte y a la cultura, que son reflejo de la sociedad. Cuando lo hace es la muestra de un cambio en la forma de pensar que atestigua el resultado de la lucha reivindicativa. Y lo hace, lenta y trabajosamente, a menudo de forma errónea, casi paródica, o con el único objetivo de cumplir un cupo de diversidad o generar un choque, una sorpresa. Pero a veces —en series como
Cucumber,
Transparent o
Sense8— el enfoque es el correcto, el resultado esperanzador y con algo aparentemente tan trivial (el arte es el reflejo de la sociedad, la sociedad es el reflejo del arte), el objetivo que perseguimos desde el 28 de junio de 1969 y por el que salimos a las calles en estas fechas parece más cercano.
De literatura LGBT, centrada en esta temática y dirigida a un público LGBT hay mucha, de muy variada calidad (normalmente no muy alta) y se puede encontrar con facilidad en librerías especializadas (enlazaré alguna al final del artículo). Puesto que va dirigida a este público realmente no cumple con la búsqueda de visibilidad que comentaba, aunque sí cumpla otros objetivos.
Lo interesante es encontrar personajes LGBT o temáticas LGBT en la literatura general, la dirigida a otros públicos. Como en
La Espada en la Tinta nos ocupamos del género fantástico, nos ha parecido una buena iniciativa proponer algunas obras que cumplan estas condiciones. No aquellas que como “Canción de hielo y fuego” introducen algún personaje homosexual o bisexual de forma anecdótica, por muy interesantes que sean (y Oberyn lo es mucho) sino obras donde gocen de un papel protagónico. Al fin y al cabo,
en la fantasía épica la heroína puede suspirar por la princesa.
Homosexualidad en la literatura fantástica
El personaje homosexual aún es una rareza, y desde luego no es ninguna sorpresa que en los clásicos fundacionales no haya ninguno. Tolkien, devoto cristiano y medievalista, sentó en las bases de la fantasía épica el amor casto entre Arwen y Aragorn, o Faramir y Eowyn. En la fantasía heroica o aventurera la cosa no era muy distinta: menos castidad, pero siempre en un marco heterosexual. En la ciencia ficción los autores estaban más interesados en desarrollar la tecnología que la sociología, y cuando se fijaban en ella solía ser en relación a temas políticos-económicos. En la actualidad las cosas deberían ser distintas, y sorprende que no sea así.
El gay o la lesbiana aún son la excepción, no ya como protagonistas, sino incluso como secundarios. Ahí van un par de estas excepciones:
“El mensajero de la oscuridad” de Lynn Flewelling
Fantasía heroica con viaje iniciático y coming of age. Alec es un chico huérfano encerrado en la mazmorra de un señor norteño sin perspectiva alguna de sobrevivir hasta que un compañero prisionero resulta ser más de lo que parecía y escapan juntos. De mano de su mentor, aprende a desenvolverse como ladrón y espía, habilidades que les resultarán útiles cuando se vean mezclados, en tanto que agentes de la ciudad de Rhíminee, en un conflicto contra los practicantes de una magia antigua y mortal.
"El mensajero de la oscuridad" es una aventura de fantasía contemporánea, bien escrita, sin pretensiones de romper el género ni ser trascendente, una lectura agradable que recuerda a clásicos modernos como “Añoranzas y pesares”
de Tad Williams o la “Saga de la Fractura” de Raymond E. Feist, cuando la fantasía podía recurrir a magos, pícaros, no muertos y elfos sin tener que disculparse por "falta de originalidad". En España se han editado los tres primeros tomos de una serie de siete. Los dos primeros constituyen un arco argumental completo y por tanto son autoconclusivos. Es una lástima que no se tradujera el resto de la saga, quizás debido a que pasaron bastante desapercibidos.
Lynn Flewelling es una activista feminista y LGBT estadounidense, y su intención al escribir esta serie era simplemente la de ofrecer al lector una aventura fantástica tradicional donde, simplemente, los protagonistas pudieran ser homosexuales.
Sólo el acero de Richard Morgan
Richard Morgan jugó en esta novela con los elementos típicos de la fantasía heroica (también un poco con los de la ciencia ficción) para presentar un personaje homosexual que es sin duda uno de los puntos fuertes del relato. Ringil, apodado "Ojos de Ángel", malvive en un pueblucho de mala muerte matando monstruos, hasta que es llamado para resolver un misterio en la ciudad donde antes vivía con su adinerada familia.
Sólo el acero, aunque forma parte de una trilogía (las dos siguientes entregas no han salido en español) se puede leer de forma independientente. En esta novela Morgan añade altas dosis de violencia, lenguaje explícito y sexo, pero eso no es lo más destacable: es la
homosexualidad de su protagonista, llevada con una naturalidad sobresaliente, lo que sin duda nos hace recordar que estamos ante un personaje bien construido, cuyas experiencias están condicionadas por su orientación sexual (esa misma preferencia sexual bastante peso en el relato), pero que sin embargo no alteran en modo alguno la actitud de un guerrero (espada mágica incluida) de su talla: alguien que participó en una importante batalla del pasado que vivió para contarlo, aunque las consecuencias no hayan sido menos épicas de lo esperado.
Literatura fantástica con personajes bisexuales
La bisexualidad sufre un grave problema de incomprensión; para muchos —incluso dentro del colectivo LGBT— no es más que un estado transitorio entre la heterosexualidad y la homosexualidad. El bisexual —dicen— es aquel que bascula entre hombres y mujeres a voluntad o por capricho, en una fase vital de indecisión hasta que tarde o temprano se decida por unos u otros. Esta es una visión muy simplista y fundamentalmente errónea que la ficción podría ayudar a corregir. O no, dado que si bien aún podemos encontrar ejemplos de con personajes homosexuales,
es difícil encontrar bisexualidad en la literatura fantástica, como por ejemplo:
“La saga de la Ribera” de Ellen Kushner
La de la Ribera es una saga de fantasía cuyo contenido fantástico está bajo mínimos. Solo en su tercer tomo hace su aparición algo de magia. Por lo demás, sus únicos elementos fantásticos son el que se sitúe en un mundo ficticio, en una sociedad dieciochesca de nobles y truhanes embarcados en intrincadas conspiraciones que a menudo requieren del servicio de duelistas y asesinos. Es una lectura sofisticada, más centrada en los diálogos y el ingenio que en la acción (pese a que los títulos sugieran constante cruce de espadas).
Los tres volúmenes publicados en español (
A punta de espada,
El privilegio de la espada y
La caída de los reyes) son autoconclusivos e independientes: comparten el mismo emplazamiento y algunos personajes del elenco, pero se pueden leer de forma individual sin problemas.
En todos —sobre todo el primero y el tercero— hay relaciones homosexuales y bisexuales, que se viven con mucha más normalidad de la que correspondería si se situaran en la misma época y en nuestro mundo. Es una de esas sagas que dividen radicalmente al lector_ se la ama o se la odia. En gran parte debido a los personajes —Richard, Alec, la duquesa de Tremontaine—, todos de moral ambigua (Richard es un asesino, Alec un vividor amante del conflicto y Diana de Tremontaine una conspiradora) y muy humanos en sus deseos, odios y chiquilladas. Para muchos resultarán un elenco insoportable, otros los disfrutaremos.
“Las crónicas vampíricas” de Anne Rice
He tenido dudas de si incluir aquí esta saga, aunque para muchos sea de los primeros ejemplos de literatura LGBT que les viene a la cabeza. Es cierto que los vampiros que pueblan estas páginas son todos bisexuales, del primero al último: pero se podría debatir acerca de si se pueden considerar como tales cuando sus apetitos sexuales ya no son humanos y ya no giran entorno al sexo en sí. El deseo por individuos del mismo sexo o del contrario indistintamente basándose sobre todo en su belleza
sugiere que para estos vampiros la frontera entre sexos ya no existe y lo único que importa es el aspecto. Sea bisexualidad o no, es innegable que por lo menos se le parece. Tan innegable como a la larga —cuanto más avanza la saga— aburrido: la idea de Rice del amor, del deseo y del romanticismo es bastante trasnochada y el desfile de vampiros emos perdidos en eternas crisis existenciales, suspirando por chicos y chicas delgados, delicados y artísticos, se hace pesado.
Aún así, la incluyo entre mis recomendaciones: leer los tres primeros volúmenes de las “Crónicas vampíricas” es buena idea, escritos como están en unos tiempos en los que Rice aún no había tenido ocasión de perderse en su propio laberinto de rancio romanticismo gótico.
Literatura fantástica con personajes transexuales
Lamento lo indecible que no haya más literatura de género fantástico con personajes transexuales, especialmente cuando hablamos de la necesidad de la visibilidad y que la transexualidad es la más incomprendida e injustamente tratada del LGBT.
En todo lo que he leído de ciencia ficción, terror y fantasía he encontrado poquísimos ejemplos que valgan. ¿Realmente no hay libros de género con personajes transexuales? El problema es que sí los hay, pero tratan el tema bajo unas condiciones que me plantean muchas dudas.
Tenemos la saga de la Cultura por ejemplo, del recientemente fallecido Iain Banks: ciencia ficción de primera calidad, sumamente recomendable. Cada libro es una gozada y cada uno es de lectura independiente. El trasfondo que todos comparten es el de la Cultura, una sociedad humana hiperavanzada que ha alcanzado la útopia perfecta —la mejor y más apetecible sobre la que he leído—, conviviendo con inteligencias artificiales y razas alienígenas en un futuro donde no hay dinero ni necesidad de trabajar ni problemas de superpoblación (se dispone de espacio infinito gracias a una tecnología que permite colonizar cualquier planeta o crear esferas/anillos Dyson). Todo lo que cualquier ciudadano quiera está a su alcance, incluyendo un cambio de sexo totalmente funcional. Dado que la enfermedad y la vejez también se han erradicado, cualquiera puede vivir tanto tiempo como quiera, y en tanto tiempo el aburrimiento lleva a muchos a cambiar de sexo simplemente como un modo de experimentar nuevas sensaciones. ¿Se puede considerar esta gente como transexuales? Seguramente no, pero la sociedad de la Cultura es una en que el género ya no tiene ninguna importancia y quizás el mismo término transexual ya no tiene sentido.

En otros ejemplos, como
La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin o
Mundo anillo de Larry Niven vemos razas alienígenas que o bien cuentan con tres géneros, o con género intermedio que a veces puede inclinarse hacia lo masculino o hacia lo femenino indistintamente. Esta es la tónica más frecuent: mas que fijarse en la disforia de género y en como se plantearía en una sociedad avanzada, se especula sobre la existencia de un tercer género, o del género neutro a veces para explorar sus posibilidades, otras simplemente como un modo de mostrar lo exótico de razas alienígenas.
La obra de Le Guin es muy recomendable si se tiene en cuenta que mas que transexualidad lo que explora es la disolución de las fronteras entre géneros.
Por ello el único libro que recomendaré directamente es uno donde es un personaje secundario el transexual, no el principal .Es lo más cerca que he encontrado a una novela de género fantástico con esta temática.
La joven ahogada de Caitlín R. Kiernan
Una de
mis mejores lecturas del año pasado. Literatura de terror de primerísima fila, evocadora, poética, brutal cuando conviene. Muy experimental, la autora juega con la realidad y la percepción, mezclándolas hasta hacerlas indistinguibles. La protagonista, India Morgan Phelps, esquizofrénica, afirma con cinismo que es consciente de su propia demencia; quizás por ello a los fantasmas que empiezan a perseguirla tras un encuentro una noche oscura los ve más como una nueva experiencia que como una maldición. La relación que empieza con Abalyn, una chica transexual, se convertirá en su única ancla con la realidad.
Esta novela destaca por muchísimas cosas: maravillosamente escrita, unos personajes profundos y entrañables, y una historia si bien confusa al principio —narrada a partir del diario de la protagonista, muy onírica— y adictiva como pocas. Ayuda el uso del método lovecraftiano de espolvorear hechos y mitos reales con otros inventados por la autora. El efecto, como H. P. Lovecraft sabía muy bien, es el de dar mayor sensación de verosimilitud a la historia.
La relación entre India y Abalyn es creíble e inspiradora, y así como en otros temas la novela divaga un poco, es diáfana y realista cuando se trata de lo que surge entre ambas.
Conclusión
Espero que estas recomendaciones os resulten útiles; os interese o no el tema LGBT, se trata en todos los casos de obras muy buenas, meritorias, y no tan conocidas como para que resulte superfluo comentarlas. En inglés hay aún algunos ejemplos más, como la saga de “The Last Herald” de Mercedes Lackey, donde el protagonista es un joven mago homosexual que se enfrenta a la constante desaprobación de su padre, o
The Archivist de Gill Alderman, obra de ciencia ficción que explora una sociedad matriarcal desde el punto de vista de un huérfano bisexual (en España se tradujo como
La ciudad de Mahun pero está actualmente descatalogada. Y lo mismo con
Dhalgren de Samuel Delany, obra de ciencia ficción de culto que explora infinidad de temas y experimenta con la sexualidad (bisexualidad, homosexualidad), el género, la psique o la percepción. Se trata de una novela muy compleja que en España publicó Ultramar dividida en tres tomos, hoy en día difíciles de encontrar.
¿Qué otros ejemplos de LGBT aplicado a la literatura fantástica se os ocurren?
Enlaces de interés
Enrenou
(
https://www.facebook.com/ActivismeEnrenou) / Activismo bisexual y
otras identidades plurisexuales.
Arcopoli
(
http://www.arcopoli.org/) /
Asociación de Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales + Heterosexuales
de las universidades Complutense y Politécnica de Madrid.
FELGT
(
http://www.felgtb.org/) /
Federación estatal de Lesbianas, gais, transexuales y Bisexuales.
Cultura
Trans (
http://culturatrans.org/)
/ Asociación por la visibilidad transexual, transgénero e
interesexual.
Asociació
universitaria Sinvergüenza (
http://www.sinver.org/) /
Asociación universitaria de activismo LGBT.
Lesbicat
(
https://lesbianesacatalunya.wordpress.com/tag/lesbicat/)
/ Comunidad de mujeres Lesbianas, bisexuales y pansexuales de
Catalunya.
Antinous
(
http://antinouslibros.com/catalog/)
/ Librería LGBT barcelonesa con tienda online.
Cómplices (https://www.libreriacomplices.com/) / Librería LGBT barcelonesa con tienda online.