Enanos, elfos, humanos, trasgos, huargos y Beorn... todos ellos se enfrentan en la batalla que marcó el final de la novela de fantasía de J. R. R. Tolkien El Hobbit.
El acontecimiento conocido como la Batalla de los Cinco Ejércitos es
uno de los acontecimientos clave de El Hobbit de J. R. R. Tolkien, no solo por tratarse del dramático desenlace de la novela, sino porque transforma el devenir de los personajes para siempre y le da un giro imprevisto a la historia.
Tolkien narró la batalla valiéndose de un ritmo muy preciso que pone de manifiesto la habilidad del profesor a la hora de contarnos este tipo de situaciones, a medio camino entre un cuento y una historia antigua.
“[...] Así empezó una batalla que nadie había esperado; la llamaron la Batalla de los Cinco Ejércitos, y fue terrible. De una parte luchaban los trasgos y los lobos salvajes, y por la otra, los Elfos, los Hombres y los Enanos.”
Basta decir que Tolkien no entorpece el ritmo de la batalla narrando momentos concretos dentro de la misma. Es decir, no nos cuenta cómo X personaje rebana el pescuezo de Y —sí cuenta, en cambio, algunos hechos concretos con apenas unas líneas—, sino que
narra la batalla como un todo, explicando quién es quién, como van vestidos y donde si sitúa cada uno de los cinco ejércitos que participan en la batalla.
“Las nubes estallan”, así se llama el capítulo donde transcurre la Batalla de los Cinco Ejércitos, es uno de los momentos más emotivos de
El Hobbit, novela que, por cierto, es todo un clásico de la literatura fantástica que todo apasionado del género debe leer por lo menos una vez en la vida.
Los siguientes párrafos contienen spoilers de El Hobbit, por lo que si todavía no has leído la novela o no has visto la última y película de Peter Jackson que cierra su última trilogía, ¡sigue bajo tu propia responsabilidad, insensato!
Las cinco facciones involucradas
Las cinco facciones que pelearán a los pies de Erebor, la Montaña Solitaria, son nada más y nada menos que cinco:
trasgos y huargos por un lado, y enanos, humanos y elfos por el otro. En determinado momento de la refriega Beorn y a las Águilas se involucran activamente en el conflicto, cambiando de esta forma el curso de la batalla y aportando de paso un resultado inesperado, sobre todo las Águilas, quienes una vez más acuden en ayuda de los Pueblos Libres de la Tierra Media como han hecho —y harán— en otras ocasiones que merecen ser contadas en otro momento.
El motivo de la disputa
Como pasa con el Anillo Único de
El Señor de los Anillos,
la razón de que en El Hobbit tenga lugar una batalla a los pies de Erebor no solo la tiene la Piedra del Arca, motivo de la locura del padre de Thorin II Escudo de Roble, sino el mismo tesoro que durante tantos años ha custodiado el dragón Smaug. Por otra parte, el rey elfo Thranduil y Bardo de Ciudad del Lago reclamaban para sí una parte del tesoro de los enanos como compensación por los daños sufridos y porque parte del tesoro también pertenecía a ambos pueblos, aunque Thorin no parece estar muy dispuesto a compartir semejante botín.
Los enanos de las Colinas de Hierro
No ayudaron a la compañía de Thorin a recuperar Erebor de las garras del dragón Smaug, pero sí acuden en socorro de Thorin cuando el tesoro ya no tiene un dragón encima.
La tropa es enviada y comandada por Dain hijo de Nain a petición de Thorin al saber que el reino enano de Erebor podrá ser habitado de nuevo una vez eliminado el problema del dragón.
El autor describe de manera muy precisa el equipamiento de los enanos de la Colinas de Hierro:
“Todos los enanos de la tropa estaban ataviados con cotas de malla de acero que les llegaban a las rodillas; y unas calzas de metal fino y flexible, tejido con un procedimiento secreto que sólo la gente de Dain conocía, les cubrían las piernas.”
Tolkien tampoco escatima palabras a la hora de decirnos el armamento que utilizan los enanos en la batalla, aparte de otros detalles que sirven para hacernos una idea de su aspecto:
“En las batallas empuñaban pesados azadones que se manejaban con las dos manos; además, todos tenían al costado una espada ancha y corta, y un escudo redondo les colgaba en la espalda. Llevaban la barba partida y trenzada, sujeta al cinturón. Las viseras eran de hierro, lo mismo que el calzado; y las caras eran todas sombrías.”
La forma de batallar de los enanos, sumado al terror y odio a partes iguales que despiertan en los trasgos, no deja lugar a dudas de su ferocidad (no por nada es uno de los pueblos más capaces para la lucha):
“Con gritos de «¡Moria!» y «¡Dain, Dain!», los enanos de las Colinas de Hierro se precipitaron sobre el otro flanco, empuñando los azadones [...].”
Pese a la ferocidad de los enanos, la Batalla de los Cinco Ejércitos se cobra muchísimas vidas de todos los bandos, sobre todo del de los vencidos.
Una vez llegan los repugnantes trasgos, Dain se une a los Hombres y los Elfos para hacer frente a la amenaza.
Los despreciables trasgos y huargos
Las tres facciones que al principio pensaban pelear entre sí en caso de no cumplirse los términos —cosa que parecía mucho más que probable, aunque ninguno lo deseaba—, no tienen más remedio que unirse ante la enorme avalancha de trasgos y huargos que llegan de improviso a los pies de Erebor, oscureciendo el paisaje e incluso sorprendiendo al poco impresionable Gandalf.
Es la sombra funesta y amenazadora que estaba presente en la novela casi desde el principio, el enemigo que por fin
hace su aparición de forma arrolladora y comandado por Bolgo, hijo de Azog. Tolkien nos los describe así:
“¡Pero todavía más pronto, una sombra creció con terrible rapidez! Una nube negra cubrió el cielo. El trueno invernal rodó en un viento huracanado, rugió y retumbó en la Montaña y relampagueó en la cima. Y por debajo del trueno se pudo ver otra oscuridad, que se adelantaba en un torbellino, pero esta oscuridad no llegó con el viento; llegó desde el Norte, como una inmensa nube de pájaros, tan densa que no había luz entre las alas.”
El propio Gandalf, sorprendido, exclama ante esta repentina aparición:
“[...] ¡Deteneos —dijo con voz de trueno, y la vara se le encendió con una luz súbita como el rayo—. ¡El terror ha caído sobre vosotros! ¡Ay! Ha llegado más rápido de lo que yo había supuesto. ¡Los trasgos están sobre vosotros! Ahí llega Bolgo del Norte, cuyo padre, ¡oh, Dain!, mataste en Moria.”
Pero los trasgos no van a pie, sino que cabalgan terribles monturas que les dan buena ventaja:
“Luego la vanguardia se arremolinó en el extremo de la estribación y entró atropelladamente en Valle. Éstos eran los jinetes más rápidos, que cabalgaban en lobos, y ya los gritos y aullidos hendían el aire a los lejos.”
Lo único bueno de la aparición de los trasgos en la batalla es que
tanto elfos como enanos sienten un odio ancestral por ellos, lo que les da fuerzas renovadas a la hora de combatirles —como si de una bonificación racial de personaje se tratara en una partida de rol de
D&D o
El Señor de los Anillos—.
Los hombres de Esgaroth
El ejército de hombres que se alía con Thranduil, el rey élfico del Bosque Negro, está comandado por
Bardo el Arquero, responsable de la muerte de Smaug y ahora gobernador de Esgaroth, la Ciudad del Lago. Él es el responsable de que nadie escape de Erebor hasta que las negociaciones con Thorin Escudo de Roble lleguen a buen término, y lo único que pide es una parte del tesoro de Smaug, ya que antaño una buena porción del mismo fue también robada de Esgaroth.
“Alrededor de mediodía, los estandartes del Bosque Negro y el Lago se adelantaron de nuevo. Una compañía de veinte se aproximaba. Cuando llegaron al sendero, dejaron a un lado espadas y lanzas y se acercaron a la Puerta. Admirados, los enanos vieron que entre ellos estaban tanto Bardo como el Rey Elfo. [...]”
Bardo es un consumado estratega, y es él quien hubiera llevado la ventaja en la batalla en caso de pelear entre sí enanos, humanos y elfos.
Los elfos del Bosque Negro
Thranduil, junto a Bardo de la Ciudad del Lago, reúne a sus tropas de elfos y
acude a Erebor para reclamar parte del botín que el dragón Smaug también les había robado, pero ante la negativa de Thorin no tiene más remedio que aguardar una respuesta que llegará en algún momento:
“Pero el Rey Elfo dijo: —mucho esperaré antes de pelear por un botín de oro. Los enanos no pueden pasar, si no se lo permitimos, o hacer algo que no lleguemos a advertir. Esperaremos a ver si la reconciliación es posible. Nuestra ventaja en número bastará , si al fin hemos de librar un desgraciado combate.”
Las acciones de Thranduil y sus elfos no pasan desapercibidas en la batalla, como se puede ver:
“Los elfos fueron los primeros en cargar. Tenían por los trasgos un odio amargo y frío. Las lanzas y espadas brillaban en la oscuridad con un helado reflejo, tan mortal era la rabia de las manos que las esgrimían. Tan pronto como la horda de los enemigos aumentó en el valle, les lanzaron una lluvia de flechas, y todas resplandecían como azuzadas por el fuego.”
Beorn y la muerte de Bolgo
El cambiapieles Beorn, entra a escena durante la Batalla de los Cinco Ejércitos como único representante vivo de la raza de los beórnidas. Aunque su aparición no transcurre directamente en el capítulo “Las nubes estallan”,
es referido posteriormente al contar Gandalf a Bilbo lo que ocurrió durante los últimos momentos de la batalla, una vez el mediano pierde el conocimiento tras ser golpeado en la cabeza por una piedra:
“En aquella última hora el propio Beorn había aparecido; nadie sabía cómo o de dónde. Había llegado solo, en forma de oso; y con la cólera parecía ahora más grande de talla, casi un gigante.”
Estamos ante una aparición épica donde las haya, y Tolkien continúa relatando las proezas del personaje en la batalla:
“El rugir de la voz de Beorn era como tambores y cañones; y se abría paso echando a los lados lobos y trasgos como si fueran pajas y plumas. Cayó sobre la retaguardia, y como un trueno irrumpió en el círculo. [...] Entonces Beorn se agachó y recogió a Thorin, que había caído atravesado por las lanzas, y lo llevó fuera del combate.”
Continúa un poco más adelante su furia implacable tras rescatar el cuerpo casi sin vida del recién nombrado Rey bajo la Montaña:
“Retornó en seguida, con una cólera redoblada, de modo que nada podía contenerlo y ninguna arma parecía hacerle mella. Dispersó a la guardia, arrojó al propio Bolgo al suelo, y lo aplastó. Entonces el desaliento cundió entre los trasgos, que se dispersaron en todas direcciones.”
Y así es como termina sus días el comandante del ejército trasgo.
Las Águilas acuden al rescate
En no pocas ocasiones
hemos visto a las Águilas acudir en ayuda de los protagonistas. Las vimos cuando Gandalf, Bilbo y los enanos abandonan la Puerta de los Trasgos y pasan de la sartén a las brasas, o cuando el mago escapa de la torre de Saruman en
El Señor de los Anillos. Incluso cuando acuden para socorrer a los Pueblos Libres a las puertas de la fortaleza de Sauron en
El Señor de los Anillos.
La llegada de tan oportuno y bienvenido aliado es para gritar de emoción, o al menos eso le pasa a Bilbo —aunque con el anillo puesto nadie percibe su júbilo—:
“[...] Advirtiendo el brillo repentino en las tinieblas, Bilbo miró alrededor y chilló. Había visto algo que le sobresaltó el corazón, unas sombras oscuras, pequeñas aunque majestuosas, en el resplandor distante.
—¡Las Águilas,! ¡Las Águilas! —vociferó—. ¡Vienen las Águilas!”
Este tipo de recursos, el de la llegada inesperada que salva la situación y donde la emoción te embarga, fueron acuñados por Tolkien con un término de su invención: eucatástrofe. Se trata de un feliz giro en los acontecimientos gracias al cual los cuentos de hadas pueden tener un final feliz —para más información, se recomienda echar un ojo al ensayo
Sobre los cuentos de hadas—. Como Bilbo, el propio Tolkien se emocionó con la llegada de las Águilas, una vez el autor regresó a
El Hobbit tras muchos años en que lo dejó abandonado por dedicarse a otros menesteres.
“Las Águilas venían con el viento, hilera tras hilera, en una hueste tan numerosa que todos los aguileros del norte parecían haberse reunido allí.”
Y por otro lado... Bilbo, Thorin y los enanos
Los personajes que iniciaron la aventura junto al mago Gandalf están desperdigados por el campo de batalla. Mientras que Thorin y su tropa de enanos se hallan tras los parapetos de la fortaleza de Erebor, Gandalf, por su parte, llegó al principio de la contienda junto a los regimientos de Bardo y Thranduil
“envuelto en una capa y con un capuchón en la cabeza”, es decir, como a él le gusta aparecer en los momentos clave de la historia.
En la Colina del Cuervo es donde se encuentra el mago, junto a los elfos y Bilbo, quien en mitad de la batalla se había puesto el anillo para desaparecer de la vista y no morir pisoteado, o incluso alcanzado por una flecha —aunque recibe igualmente una pedrada en la testa—.
Thorin, el Rey bajo la Montaña, y sus compañeros enanos, se unen poco después a la batalla, e incluso Thorin intenta pelear poco tiempo más tarde contra la guardia personal de Bolgo:
“[...] Las capas y capuchones habían desaparecido; llevaban brillantes armaduras y una luz roja les brillaba en los ojos. El gran enano centelleaba en la oscuridad como oro en un fuego mortecino. [...] Thorin manejaba el hacha con mandobles poderosos, y nada parecía lastimarlo.”
Y es aquí cuando, pese a la tensión creada por el propio enano entre los que deberían haber sido sus aliados desde el principio, demuestra un poder de convocatoria, pues pese a que Bardo dirige a los hombres de Esgaroth y Dain a los enanos de las Colinas de Hierro,
la mera visión de Thorin ataviado como un gran rey guerrero hace que todos acudan a ayudarlo, ¡incluso los elfos!
—¡A mí! ¡A mí! ¡Elfos y hombres! ¡A mí! ¡Oh, pueblo mío! –gritaba, y la voz resonaba como una trompa en el valle.
Hacia abajo, en desorden, los enanos de Dain corrieron a ayudarlo. Hacia abajo fueron también muchos de los hombres del Lago, pues Bardo no pudo contenerlos; y desde la ladera opuesta, muchos de los lanceros elfos.
Y con esta última y épica cita, esta ha sido la Batalla de los Cinco Ejércitos. ¿Qué ha supuesto para vosotros este importante acontecimiento de la Tierra Media en su Tercera Edad?
Notas
Para ilustrar este artículo se ha hecho uso de imágenes de la batalla a cargo de diferentes artistas, por lo que procedemos a enumerar a todos ellos a través de los apartados donde aparecen:
Justin Gerard (cabecera),
Lucas Graciano (“Las cinco facciones involucradas”),
Ted Nasmith (“El motivo de la disputa”), Justin Gerard (“Los enanos de las Colinas de Hierro”),
Matt Stewart (“Los despreciables trasgos y huargos”),
Alan Lee (“Los hombres de Esgaroth”),
Jon Hodgson (“Los elfos del Bosque Negro”), Justin Gerard (“Beorn y la muerte de Bolgo”), Ted Nasmith (“Las águilas acuden al rescate”) y
Chris Rahn (“Y por otro lado... Bilbo, Thorin y los enanos”).
Nota: Este artículo fue publicado originalmente el 18 de diciembre de 2014, un día después del estreno de la tercera parte de la trilogía El Hobbit
de Peter Jackson. Hemos revisado el estilo del texto y actualizado algunas imágenes.