
Tras el
fallecimiento de su madre al darle a luz,
Mary y su hermana fueron
prácticamente sirvientas para su padre,
William Godwin. Este, casado con
Claire Clairmont (tan sólo ocho meses menor que la escritora), dio a
Mary una educación que la instó a instruirse en las teorías políticas liberales. Y fue en 1814 cuando inició una relación con el ya casado
Percy Bysshe Shelley (seguidor político del padre de
Mary). Los dos, junto a su hermanastra
Claire (casada con su padre, no lo olvidemos), viajaron por toda Francia, hasta que volvieron a Inglaterra,
Mary ya embarazada. Vivieron una vida llena de deudas y préstamos, de miseria,
principalmente por el
fallecimiento de su primera hija.
Percy y
Mary contrajeron matrimonio en 1816, tras el suicidio de la primera esposa de él.
Pero el inició de
Frankenstein llegó cuando
Percy,
Mary,
Claire y
John Polidori (médico personal de la pareja) hicieron una visita a Lord
Byron en su villa de Suiza. Ese año de 1816 fue un año sin verano, debido a la erupción del Tambora, situado en Indonesia, en las Indias Orientales, y que sumió a todo el hemisferio norte en un año de invierno volcánico, debido a la cantidad de polvo que invadió la atmósfera. Por culpa de esto, la luz del Sol no ejercía su función y se echaron a perder todas las cosechas del norte de Europa y del nordeste de Estados Unidos debido a la drástica disminución en la temperatura. Pero volviendo al tema, decíamos que ese año surgió la idea de crear la novela
Frankenstein. Tras leer una antología alemana de relatos de fantasmas,
Byron propuso a los
Shelley y a
Polidori la creación de un relato de terror (supongo que también inducido por dicho año fatídico). Aunque solamente
Polidori lo completó, fue la semilla de la novela más famosa de
Mary. El avance en su escritura se debió a diversos motivos. Primero por una pesadilla que tuvo una noche, y segundo, por las
conversaciones que
Polidori y su marido sostenían acerca de los avances científicos de
Darwin y
Galvani.
Percy le ayudó a completar su obra revisando los errores
gramaticales y la fluidez del texto, llegando a publicarse de forma anónima en 1818 (en una edición en tres volúmenes con una tirada de 500). En 1823 se hizo una segunda edición en dos volúmenes, esta vez con el nombre de la escritora. Pero en 1831 reescribió la novela, algo que ya tenía pensado desde antaño. Le añadió un prefacio mucho más extenso y un comienzo mucho más embellecido. Volvió entonces a publicarse ese año, siendo hoy en día la versión más conocida, aunque la edición de 1818 sigue
publicándose, y mucha gente la prefiere.
Mary Shelley y su marido abandonaron Inglaterra en 1818, mudándose a Italia, donde su segundo y tercer hijo murieron. Su último y cuarto hijo sobrevivió,
Percy Florence (llamado así por haber nacido en Florencia).
Percy Shelley murió en 1822 al hundirse su barco durante una tormenta.
Mary regresó entonces a Inglaterra al año siguiente para dedicarse a educar a su hijo, así como a la carrera de escritora profesional. Los últimos diez años de su vida estuvieron plagados de
enfermedades, terminando con ella en 1851, a los 53 años de edad.
Tras esta trágica vida, ¿qué podemos decir de
Frankenstein que no se haya dicho ya? Siempre he querido leerla, pero nunca le he encontrado el momento hasta ahora, quién sabe si por esas causas mayores en la que diversas obras van guardándose en un aparte hasta el momento adecuado.
Frankenstein reune muchos elementos propios de la novela gótica. De clara influencia romántica, en ella encontramos la clásica disensión entre el Bien y el Mal,
simbolizadas por el monstruo de
Frankenstein y el mismo doctor, así como claras referencias a la locura, al salvajismo, lo irracional o las
características ultraterrenales. Junto a la exageración de situaciones y personajes, la
contraposición entre terror y éxtasis, o esa profunda descripción (y diálogos) donde se nos queda patente la idea del abismo, de las tinieblas insondables, de la exaltación de la muerte... hallamos una de las piezas claves dentro del género gótico. Incluso ese componente oriental propio del género está presente (por lo misterioso), aunque en mucha menor medida y solamente de pasada.

Situada en una época de cambios científicos y religiosos, la novela nos plantea otro tipo de cuestiones aparte de la envoltura, y es la lucha o la sublevación de la criatura ante el creador. Un conflicto que ahora se ha convertido en todo un clásico y que vemos
representado en muchas obras (qué si no son los robots que se revelan contra sus amos). La criatura es superior a dicho creador en capacidad física, aunque en
inteligencia están muy igualados. Pero el creador debería mostrar mayor raciocinio, porque el medio para terminar con ella (a la criatura me refiero) no difiere mucho de los empleados por el monstruo en su espiral de violencia y crímenes (y eso sin contar la
irresponsabilidad de haber creado tal monstruo sin haber hecho una mejor reflexión), ante su
reivindicación del derecho a la vida y querer parecerse al ser humano, aunque en el fondo sepamos que no puede verse cumplido su deseo. Es por tanto un ser que me ha inspirado tristeza y compasión al principio, pero que
me ha causado rechazo al terminar de leer la novela, no ya porque su causa esté perdida en un mundo donde se tiene miedo a lo desconocido, sino porque sus actos me han parecido totalmente viles, sin posibilidad alguna de
justificación.
La estructura de la novela es lo que más me ha llamado la atención, puesto que la desconocía totalmente y pensaba que el proceso de creación del
monstruo se describiría con más detalle, pero no es así en absoluto. Se trata solamente de pasada, como un medio para desarrollar todo lo que viene después. La narración en primera persona, a modo de carta (así comienza y así termina) y la fluidez del texto, ha hecho que la novela me resulte francamente entretenida, sin ningún punto donde flaquee, tal es el interés que me ha suscitado los monólogos del monstruo o el relato de la vida del Dr.
Frankenstein. Incluso hay cierto componente de aventura o de viaje, en ese recorrido que se hace por tierras extrañas, además de la persecución del monstruo por Europa y más allá. El motivo del viaje, del
desplazamiento en pos de una meta justa, del Bien.

Se han hecho muchas
adaptaciones de esta obra, y ahora recuerdo unas cuantas, aunque para ser sincero, no recuerdo
prácticamente nada de ellas (salvo la comedia de
Mel Brooks y algo de la adaptación de
Kenneth Branagh), por lo que tendré que efectuar un repaso al haber leído ya la novela. Pero lejos de
adaptaciones, la novela de
Frankenstein se merece un buen puesto en las lecturas habituales de cualquier lector que se precie.
14 de Junio de 1709...
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Colección/Serie: Independiente
(La edición ya dependerá de los gustos del lector, puesto que existen muchas en el mercado. Lo mejor es echarles un vistazo a todas ellas y elegir la que mejor se ajuste a nuestras necesidades del momento). En estos momentos dispongo de la edición de Edimat, que por lo demás, es correcta, muy barata, y posee una buena traducción.
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