16 de mayo de 2019

Atisbando en lo desconocido con ‘La guerra de Calibán’ de James S. A. Corey


Hay ocasiones en las que un libro nos marca especialmente, no solo por su historia o sus personajes, sino también por sus implicaciones, por proporcionarnos algo sobre lo que pensar. Es verdad que esto está directamente relacionado con el argumento, pero no todos los escritores saben hacer discurrir los acontecimientos de una forma tan natural como es capaz de hacerlo James S. A. Corey —el seudónimo de los escritores Daniel Abraham y Ty Franck—.

No es ningún misterio el que me guste la forma de escribir de Corey, como ya dije en Anhelando las estrellas con El despertar del Leviatán de James S. A. Corey, y es que cuando esto sucede y me conquistan con cierta facilidad, ya sea por la trama, la ambientación o, por qué no decirlo, por las excelentísimas portadas de Daniel Dociu, todo hace que mis ojos se abran como platos, hable sin parar del susodicho libro y quiera saber algo más de los autores que me gustan. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que me he vuelto mucho más exigente con sus siguientes libros. Por tanto diré que La guerra de Calibán, segunda entrega de “The Expanse”, no solo mantiene el nivel de la primera parte, sino que la mejora introduciendo el elemento impredecible de la protomolécula. El ritmo sigue a una velocidad constante y con buen rumbo.

“No todos los escritores saben hacer discurrir los acontecimientos de una forma tan natural como es capaz de hacerlo James S. A. Corey”
He decir sin ambages que La guerra de Calibán me ha parecido tan bueno como El despertar del Leviatán. Es fenomenal cómo el autor ha insertado en la trama a personajes como Bobbie —a la que ya vimos aparecer de forma fugaz en el primer libro—, y al botánico Prax. Es más, considero que la verdadera fuerza de esta novela reside precisamente en ellos: por un lado tenemos la evolución de Bobbie después de lo de su experiencia —no voy a dar más detalles para no hacer spoiler—, y encima en un entorno que ella no controla en absoluto. Es como intentar que Rambo te haga la manicura, lo cual seguramente te solucionará el problema arrancándote media mano. Por otro lado está Prax, con quien me he quedado verdaderamente sorprendida debido a la capacidad de Corey de explicar a la perfección lo que debe significar vivir en un estado de sitio. Corey transforma a Prax, de la noche a la mañana, en un refugiado dentro de tu propia ciudad: te hace sentir como es perder a aquellos a quienes más quieres y que no hay posibilidad de escapar de aquel lugar salvo por un atrevido golpe de suerte, tener que confiar en la bondad de los demás y hacer uso de los medios de los que ya no dispones para reunirte con tus seres queridos, pasar hambre, desesperación y frío, mientras la mente se sume cada vez más y más en un agujero que se dirige en caída libre hacia la locura, y todo por algo que tú no has provocado y que no puedes solucionar, acontecimientos que jamás has hecho nada para merecer. ¿No os recuerda a algo? ¿A miles de desplazados por la guerra? ¿A refugiados vagando hacia donde se supone que les van a ayudar para que luego los dejen morir entre el barro? A esto me refiero. Las  novelas de “The Expanse” son tan buenas porque pese a ser una historia ficción, se basa en conceptos, actitudes y sentimientos muy reales.

Avasarala es otro de los personajes que me parece especialmente interesante, uno que ha cambiado de manera excepcional a la hora de ser representado en un medio o en otro —novela o televisión—, un caso muy similar al de Amos, el mecánico fortachón. Quiero dejar claro a los que vean la serie de televisión que la actriz escogida por el equipo de casting (Shohreh Aghdashloo) suple con su imponente presencia lo suavizadas que han quedado sus intervenciones respecto a La guerra de Calibán, nada que ver con la imagen de frágil ancianita india de la novela y que desaparece con un dramático bamf cada vez que abre la boca sin dejar de soltar órdenes y tacos. Como digo, es una forma fantástica de analizar cómo se han convertido las novelas en los llamados “productos transmedia”, viendo cómo mutan y se adaptan a otro recipiente que no es el de las páginas de papel o las pantallas de un reader.


The Expanse, vol. 2: La guerra de Calibán

The Expanse: Caliban's War, 2012. James S. A. Corey. Traducción de David Tejera Expósito. Nova, 2017, 640 págs. Rústica con solapas, 21,50 €.
Aprovechando la oportunidad que me brinda este momento, me gustaría hacer una advertencia para aquellos que están siguiendo seguir la historia mediante la serie de televisión. Tened en cuenta, tal y como ya comenté en El despertar del Leviatán, que hay cosas que se están “adaptando” al ritmo del formato televisivo. Siempre tenéis tiempo de volver a lo seguro y leeros estas novelas. Estoy convencida de que Nova seguirá publicando “The Expanse” por muchos años, aunque el futuro de la serie haya pasado por un bache en su emisión —sí, la Rocinante ha zarpado del muelle de SyFy para guarecerse en Amazon—.

Antes de concluir tampoco no quiero dejar pasar la ocasión de comentar la excelente labor de traducción de David Tejera, porque al igual que en otros libros traducidos por él —como por ejemplo El despertar del Leviatán—, no he tenido ningún problema a lo largo de la lectura, lo que significa que cuando un traductor es bueno se convierte para mí en el avatar perfecto del autor.

En definitiva, La guerra de Calibán es un libro que hay que leer si os gusta la ciencia ficción, si os mola que os hagan pensar, y si por supuesto queréis leer algo diferente de lo que normalmente se publica. No creo que os defraude.

Cyram fuera.

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