“Hablar de Bram Stoker es hablar, ineludiblemente, de Drácula”
Hablar de Bram Stoker es hablar,
ineludiblemente, de Drácula; esta es –y otra vez podemos usar la
analogía con el vampirismo– a la vez una bendición y una
maldición. A la sombra de Drácula quedan y quedarán para siempre
todas sus demás creaciones; para ser justos, ninguna llega ni por
asomo a la potencia de la del Conde, pero tampoco tendrán nunca la
oportunidad de ser juzgadas y valoradas por si mismas puesto que es
inevitable compararlas, y al hacerlo siempre palidecerán. ¿Habría
odiado Stoker a su personaje (como dicen que Conan Doyle odió a
Holmes) de haber presenciado su enorme éxito? Para alguien con
aspiraciones de escritor, sin duda lograr un éxito tal es un sueño,
pero a la vez parece descorazonador saber que uno nunca logrará
hacer nada más que pueda igualarlo. No igualaron aquel hito, desde
luego, obras como La guarida del gusano blanco (1911), cuyo
único mérito es suponer un precedente a Lovecraft en lo que
respecta a entidades vermiformes de incomprensibles motivaciones, o
La Dama del Sudario (1909), que más parece una broma a costa
de las primeras novelas góticas que un intento real de hacer algo
reseñable. Mucho más interesantes son los relatos que se recogen en
el tomo El invitado de Drácula, antología editada en vida del
autor, y que en España acaba de editar, con algunos añadidos,
Valdemar (en el seno de su mítica colección "Gótica"). Si queremos
ver “el otro Stoker” podemos dirigirnos a este volumen donde hay
algunos relatos realmente inquietantes como “El entierro de las
ratas” o “El sueño de manos rojas”, aparte del interesante
cuento que da nombre a la antología, y que Stoker redactó con la
intención de usarlo como primer capítulo de la novela,
descartándolo luego.
Aparentemente, Drácula alcanzó el
estrellato mucho después de la muerte de su creador, a partir de sus
primeras adaptaciones al cine. Antes de ello, la novela había
recibido buenas críticas (Arthur Conan Doyle, sin ir más lejos, la
consideró una de las cumbres de la literatura de terror;
curiosamente, su Sherlock Holmes es junto a Drácula el personaje de
ficción más veces llevado al cine) pero sin pasar a un primer plano
en el mundo de la ficción. Como el personaje que le da nombre, la
novela pasó al principio más o menos desapercibida; sus oscuros
secretos solo al alcance de unos cuantos, una leyenda de oscura
reputación aún oculta al gran público. Con la llegada de las
primeras adaptaciones al cine, Drácula abandonó la tenebrosa
Transilvania para adentrarse en la pantalla grande y presentarse en
sociedad de modo indeleble; la novela siguió pues el mismo recorrido
que su personaje.
La primera de estas afortunadas
adaptaciones, Nosferatu (1922, Friedrich Wilhelm Murnau) fue
una versión no autorizada, disfrazada para evitar el pago de los
derechos de autor a la viuda, Florence Stoker, quien finalmente y
después de un largo litigio consiguió que se retirara del mercado y
fueran destruidas sus copias; algunas se salvaron, gracias a lo cual
más tarde pudo ser recuperada. La siguiente adaptación, y la primera
que tomaría legítimamente el nombre de “Drácula” llegaría en
1931 de la mano de Tod Browning, con un ahora legendario Bela Lugosi
como protgonista. Desde entonces la novela ha visto multitud de
adaptaciones; la de 1958 a cargo de Terence Fisher, con un titán
como Sir Christopher Lee como protagonista y un elenco completado con
Peter Cushing (Van Helsing) se convirtió enseguida en objeto de
culto. El mismo Lee protagonizaría varias secuelas, muchas de las
cuales tan absurdas que solo su interpretación, y su pasión por el
personaje, puede salvarlas. Mi generación seguramente recuerda la de Francis Ford Coppola con Gary Oldman, pese a ser, de estas tres grandes, quizás
la peor; y todo esto sin mencionar las innumerables adaptaciones al
cómic, a la televisión o a la infinidad de imitaciones y/o
homenajes que inspiró.
Ahora mismo, en 2013, Bram Stoker sigue
sin duda muy vivo a través de su Drácula, que aún es el
paradigma del monstruo con clase, un referente el impacto del cual
quizás solo el Frankenstein de Shelley puede igualar ( con quien
constituye, por cierto, una dicotomía muy interesante, completamente
polarizada; el inmortal inhumano y el monstruo marginado, hijo uno de
la superstición, otro de la ciencia, ansiando integración el uno,
depredador desdeñoso el otro, ambos monarcas absolutos del
imaginario del terror). Cuando dentro de poco vea la luz la última
de esta recula de adaptaciones, la série homónima que la NBC está
preparando, y Drácula se encarne en Jonathan Rhys Meyers como lo
hizo con Sir Christopher Lee, Bela Lugosi o Gary Oldman, recordaremos
otra vez a Bram Stoker, el hombre que creó al mito sin verlo
ascender como tal (a partir de retazos de leyendas europeas, un
personaje histórico real y mucha habilidad), sabiendo que, si esta
nueva forma nos decepciona, siempre nos podremos refugiar entre las
páginas de su obra inmortal.
Te felicito por esta curradísima efeméride, Nyarla, que da gusto leer.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el reportaje. Muy bien cuidado y sin olvidarse de nada. Yo solo recuerdo el de Gary Oldman, porque la versión del 2000 no me gustó. Tendré que ver las otras, me picaste la curiosidad...
ResponderEliminar¡Qué reseña más currada!
ResponderEliminarMe encanta la novela de Drácula, creo que es de los clásicos que con más fuerza han llegado a nuestros días.
Para mí Drácula será siempre Christopher Lee, y su némesis, Peter Cushing. Tengo el recuerdo de ser una enana y ver sus películas, y pasar las noches en vela vigilando las cortinas de las ventanas por si aparecía tan temido Conde... jajajaja.
Me uno a Jolan y los demás en las felicitaciones, un artículo espléndido. La verdad es como dices, Bram Stoker es un autor del que alguna vez me he sentido tentado de leer un poco más, pero siempre acababa dejándolo de lado por el temor a que sus otras obras, desconocidas para la mayoría, no estuvieran a la altura.
ResponderEliminarSupongo que sí, por mucho que ames una creación, saber que nada más de lo que hagas va a estar a la altura, y que ni siquiera te lo van a valorar como tal, debe ser realmente frustrante.
A ver si me animo con tu artículo y aprovecho para ampliar un poco mi repertorio de literatura de terror, que en ese género apenas he probado nada.
Yo me voy a copiar de los demás y te voy a dar también mi enhorabuena por este artículo tan interesante y tan completo. Lo cierto es que si te soy sincera, siempre que se acerca algún día señalado, como pasó con Jack Vance o ahora con Bram Stoker estoy deseando saber qué nos vas a escribir y qué es lo que opinas al respecto. Algo que nunca me había pasado hasta el momento.
ResponderEliminarPor esta razón bien puedo decir que la famosa Drácula me picó la curiosidad hace ya bastante tiempo, pero nunca me lancé a leerla precisamente porque no quería que se me derribase un mito. Siempre he esperado el momento oportuno y gracias a tu artículo puede que este llegue bastante pronto.
Y por cierto, yo también estoy con Eilonwy, para mi el verdadero Drácula es y seguirá siendo siempre Christopher Lee. Es más, creo que el papel lo llevó más allá de la ficción porque con lo mayor que está seguir haciendo pelis me parece asombroso e increíble. xD